LA GRAN FAMILIA PAULINA

DIEZ VOCES
para anunciar a Cristo


La Familia Paulina aspira a ser San Pablo vivo hoy”


En la noche del 31 de diciembre de 1900, el joven seminarista Santiago Alberione, durante cuatro horas de adoración eucarística, se sintió llamado por Dios a “hacer algo por el Señor y por los hombres del nuevo siglo”.


Sintió con intensidad dos invitaciones del Señor: “Vengan a mí todos” (Mt 11, 28), dimensión contemplativa de la vocación; y: “Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio a toda la creación” (Mc 16, 15), dimensión misionera.


Aquella noche comprendió que los nuevos medios del progreso y de la comunicación social pue-den contribuir con nueva y potente eficacia a llevar el mensaje de Cristo a los hombres del presente y del futuro en todo el orbe.


Esta intuición se plasmó en la misión específica para toda la Familia Paulina: “Evangelizar a los hombres de hoy con los medios de hoy”, desde la presencia física en el hogar, en el trabajo, en la liturgia, en lo social, hasta la presencia virtual y en red, que tiene una eficacia y un alcance evangelizador imprevisible.


El Fundador afirma que “la Familia Paulina se propone ser san Pablo vivo hoy, el cual quiere que hagamos lo que él haría si viviese hoy”.


Hoy san Pablo viviría como él mismo confesó: “Para mí la vida es Cristo”, “Es Cristo quien vive en mí”. El beato Alberione afirmaba que san Pablo “ardería hoy con una doble llama: la del amor a Dios y la del amor a los hombres”. Los dos amores de su vida. “Si yo no tengo amor, nada soy”, decía convencido el Apóstol. Y exclamaba estremecido: “¡Ay de mí si no evangelizo”.


La Familia Paulina está constituida por diez ramas diferentes, comparten la misma espiritualidad evangélica paulina, y la misma misión humanizadora y evangelizadora de Cristo Jesús: “Trabajar por la paz y la salvación de los hombres para gloria del Padre”, usando especialmente los medios de la comunicación social.


La Familia Paulina está presente hoy en más de 50 naciones. A continuación, los nombres y las fechas de fundación:

1914: Sociedad de san Pablo (paulinos)

1915: Hijas de san Pablo (paulinas)

1917: Asociación de Cooperadores

Paulinos

1924: Discípulas del Divino Maestro

1938: Hermanas de Jesús Buen Pastor

(pastorcitas)

1959: Hermanas de la Reina de los

Apóstoles (apostolinas)

1960: Cuatro Institutos paulinos de vida

secular consagrada: San Gabriel

Arcángel, Virgen de la Anunciación,

Jesús Sacerdote y Santa Familia.

Todas las ramas de la Familia Paulina viven la misma espiritualidad evangélica, según la vivió san Pablo, anclada en la Persona del Cristo total, como él se definió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Esta “espiritualidad une a la Familia Paulina con un vínculo más fuerte que el de la sangre”.


Todos los miembros de la Familia Paulina se encuentran con Cristo resucitado cada día en las tres realidades donde él se manifiesta con preferencia: en la Eucaristía, como Vida; en la Biblia, como Verdad; y en el prójimo, como Camino.


Consideran y viven la Eucaristía como la obra máxima de apostolado, pues en ella comparten con el mismo Cristo resucitado su misión de la salvación universal; y reciben de Cristo eucarístico la eficacia salvífica para la propia vida y obras.


La comunicación social al servicio del Evangelio no tiene fronteras, y por eso el Fundador decía a los suyos: “La parroquia de ustedes es el mundo”.


Como san Pablo se dirigió a los paganos, así la Familia Paulina y cada una de sus ramas se dirigen preferentemente a los cristianos alejados (alrededor del 90% de los bautizados) y a todos los no bautizados, para atraerlos a Cristo, único Salvador.


La misión de la Familia Paulina está integrada plenamente en la misión de la Iglesia, pues la predicación mediática es predicación apostólica, al mismo nivel de la predicación oral, y continúa la misma obra redentora de Cristo.



Los medios de

comunicación

alcanzan su

máxima

realización y

su consagración

cuando se

ponen al servicio

del Evangelio.