Monseñor Bernardo Antonini

Instituto paulino de vida secular consagrada Jesús Sacerdote

Se iniciará su proceso de beatificación el 11 de febrero del 2009


Bernardo nació en Cimego (Trento, Italia) el 20 octubre de
1932. A los 10 años, en 1942, ingresó en el seminario de Rovere Veronese, y fue ordenado sacerdote en 1955. Empezó el ministerio sacerdotal, como vicario, en la parroquia de San Miguel, en Verona.
En 1962 obtuvo la láurea en lenguas y literatura extranjera modernas, en la Universidad Católica, y dos años después la licencia en Dogmática en Venegono. En 1975, habiendo obtenido la licencia en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, pasó a ser docente de esa asignatura en el Estudio Teológico de San Zeno y en el Instituto San Pedro Mártir, de Verona.
La mano de Dios estaba sobre él y lo iba guiando por otras sendas apostólicas que tal vez el P. Bernardo ni sospechaba: en el 1977 entró en el Instituto paulino de vida secular consagrada “Jesús Sacerdote”, encontrándose con el P. Esteban Lamera, delegado de dicho Instituto, a quien le confiaba sus iniciativas y ansias apostólicas.
Al contacto con la Familia Paulina, aunque permaneciendo fuertemente ligado a la Diócesis y a la obediencia a su obispo, iba modelando su corazón sobre el de san Pablo; es decir: sobre la centralidad de Cristo y sobre la urgencia de comunicar el Evangelio a todo el mundo de hoy con los medios de hoy.
El giro de la política soviética, gracias a la “perestroijka” promovida por Gorvachov, permitió al P. Bernardo la entrada en Moscú, primero como estudiante (desde el 2 de julio de 1989), pero en seguida se reveló como gran misionero.
Se puso de inmediato a disposición del Nuncio Mons. Francisco Colasuonno y después de Mons. Tadeusz Kondrusiewicz, Administrador Apostólico de Rusia Europea.
En él crecía diariamente una tierna devoción a María, Reina de los Apóstoles, a quien él amó y a la que oró toda su vida. Así se fue convirtiendo en un apóstol según el corazón de san Pablo y del beato Alberione. A sólo seis semanas de permanencia en Moscú, decía: “La solicitud por todas las iglesias –como diría san Pablo- nos impele a leer con ojos proféticos los signos de los tiempos y a preparar el mañana tal vez próximo de la Iglesia Católica en la Unión Soviética… Se podría partir con la difusión de la Biblia en lengua rusa impresas en Italia, puesto que en Moscú cuestan muchísimo y la población no puede permitirse adquirirlas”. Hoy la Biblia en ruso es una realidad, gracias a la Sociedad Bíblica Católica Internacional, obra de la Sociedad de San Pablo.
Mons. Antonini hizo un curso regular para la enseñanza de la Sagrada escritura en la universidad estatal Lomonosov, conocida por su ideología atea. Y más tarde fue solicitado por el Decano de la Facultad de Periodismo.
Fue fundador, rector y formador del seminario mayor “Reina de los Apóstoles”, de Moscú, profesor de Sagrada Escritura, conferenciante incansable, fundador y director del periódico Svet Evangelia (Luz del Evangelio), y del Instituto teológico “Santo Tomás de Aquino”.
Cuando se presentó al director polígrafo del Estado para pedirle que le imprimiera el nuevo semanario católico, recibió como respuesta: “Nunca he impreso ni una sola línea para los católicos”. Pero el P. Bernardo, ni corto ni perezoso, le replicó: “Disculpe. ¿Y cuándo va a decidirse a hacer algo bueno?” El director no supo decirle que no.
Fuertemente arraigado en la espiritualidad paulina-alberoniana, y deseoso de prestar su servicio pastoral en el ámbito de la comunicación social, además de crear el Svet Evangelia, puso en marcha una emisora de radio al estilo de Radio María, que fue inaugurada con motivo de la fiesta de la Reina de los Apóstoles.
Fue el promotor del primer Congreso Eucarístico en Rusia y del primer Congreso Mariológico en Liberia. En el 2001 se dirigió hacia los confines con Japón para celebrar la Eucaristía del Jueves Santo en la isla de Sakhalin, donde fue acogido con entusiasmo y benevolencia por la comunidad católica local.
El 21 de octubre del mismo año pudo exultar de gozo con la visita del Papa Juan Pablo II a Kazakhstan, que lo recibió de persona junto con sus seminaristas. “Elevo mi Magníficat a Dios con las expresiones de la Virgen María por esta visita”. “Me auguro que surja pronto un nuevo sol del diálogo, de la comunión, de la acción coordinada, del amor ente las dos Iglesias hermanas, que adoran la misma Eucaristía y aman a la Virgen María, Madre de la unidad”.
Ve coronados sus sueños de apóstol y no puede menos de expresar sentimientos de gratitud y esperanza al intuir que algo grande se estaba gestando para el futuro de la Iglesia Católica en la Unión Soviética.

¿De dónde le venía la fuerza, el optimismo, la eficacia y el dinamismo para su vida y misión? Él mismo lo expresaba en 1991, cuando se preparaba para hacer la profesión perpetua, enumerando las motivaciones por las que abrazaba los consejos evangélicos, con la promesa de fidelidad al Papa, en el Instituto paulino de vida secular consagrada “Jesús sacerdote”, fundado por el P. Santiago Alberione:

1. “Por el valor intrínseco de los votos simples de obediencia, de castidad
perpetua y de pobreza:
  • en alabanza de la Santísima Trinidad;
  • para una consagración más íntima al Dios Viviente, Padre, Hijo y Espíritu Santo;
  • como don-compromiso personal de total seguimiento de Cristo;
  • para una mayor santificación mí y de mi prójimo;
  • para tender al perfecto “amor pastoral”, en el cual se realiza la santificación del sacerdote;
  • para lograr una mayor eficacia en el ministerio pastoral;
  • para vivir un vínculo más profundo de obediencia sobrenatural y de
  • colaboración filial con mi Obispo.
2. Por la riqueza espiritual que se me da en esta vida y después de la muerte mediante la pertenencia a la Familia Paulina (seré recordado y recibiré sufragios en todo el mundo por parte de los miembros de las diez ramas de la fundación del P. Alberione, la gran Familia paulina ya presente en la Jerusalén celestial y en la Iglesia peregrina con sus apóstoles esparcidos por toda la tierra).

3. Por la grandeza específica del carisma paulino;
  • por su centralidad cristológica;
  • por la dimensión pneumatológica eclesial de su espiritualidad;
  • por la universalidad-globalidad del “corazón” de san Pablo.
4. Por la actualidad y urgencia del apostolado paulino en el mundo de hoy:
  • vivir y comunicar a todo el Cristo, Camino, Verdad y Vida, a todos los hombres,
  • con todos los medios, en especial con los medios de la comunicación
  • social (los “nuevos púlpitos”, como los llamaba el P. Alberione).
Propósito-compromiso: en mi vida suplico para todos el don de la oración; y me esforzaré por vivir, testimoniar y predicar las bienaventuranzas (Mt 5, 1-12) en su significado cristológico, eclesial, antropológico y escatológico. - Roma, 5 de abril de 1991.

Deseando ayudar a desarrollar la evangelización en las Iglesias más pobres, privadas de lo necesario, con el permiso de su obispo, Mons. Flavio Roberto Carraro, obispo de Verona, el 16 de agosto del 2001, el P. Bernardo pasó a Karaganda, Kazakhstan (Rusia), como Vicerrector del seminario y Vicario Episcopal de Pastoral, al servicio del obispo Jan Pawel Lenga, en Karaganda (Kazakhstan-Rusia).
Aquí, el 27 de marzo del 2002, mons. Bernardo Antonini voló a recibir el premio eterno de manos del Buen Pastor, de cuya resurrección fue un gran testigo en la “Santa Rusia”. Sus restos mortales fueron trasladados al cementerio de Raldon (Verona, Italia).

De Il Cooperatore Paolino, junio 2002, Roma