¡SEÑOR, ¿DÓNDE ESTÁS!?



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¿Dónde estás? Te grité aquella mañana temblando de dolor, desesperado, y mi tristeza se elevó hecha grito en la tranquila paz de tu Sagrario.

¿Dónde estás? Volví a gritar con voz más fuerte quebradas las barreras de mi llanto. ¡No puedo soportar este silencio!

¿Dónde estás, mi Señor? ¡Te estoy buscando!

"¡AQUÍ ESTOY!", gritaste en mi conciencia.
Y un mendigo cubierto con harapos me vino a visitar en mis recuerdos cargando su silencio resignado. En su mano tendida había tristeza, en su mirada mucho de cansancio. Caminando las calles de la vida, ¡cuántas veces sin verlo lo he cruzado!

"¡AQUÍ ESTOY!", repetiste con voz firme.
Y recordé aquel niño abandonado que acurrucado en el banco de una plaza encontré esta mañana tiritando. Aunque era niño, descubrí en sus ojos la dolida mirada de un anciano cansado ya de haber visto todo aunque había vivido pocos años.

"¡AQUÍ ESTOY!"
Y recordé de pronto el andar vacilante del borracho que con paso inseguro por las calles cargaba su bochorno y su cansancio.

"¡AQUÍ ESTOY!"
Y vino a mi memoria la mirada perdida del muchacho que buscaba en el mundo de las drogas las sensaciones que aún no había encontrado.

"¡AQUÍ!", dijiste, y yo cerré mis ojos recordando los ojos de cansancio de aquella prostituta que en las noches traficaba su cuerpo manoseado.

"¡AQUÍ!", agregaste, y recordé al hambriento revolviendo los tachos del mercado buscando mitigar su hambre de siglos en los restos que otros hombres despreciaron.

"¡AQUÍ!", gritaste, y vino a mi memoria la cama del enfermo abandonado, el jadeante respirar del perseguido, el llanto sordo del desheredado. La vergüenza de los hijos naturales, el estéril clamor de los inocentes arrancados de los vientres que los concibieron.

"¿DÓNDE ESTOY?", has venido a preguntarme

"¡AQUÍ ESTOY!", en el dolor de tus hermanos.
¡Deja de contentarte reviviendo mi calvario en los artísticos cuadros! Yo cargo con dolor todos los días la dura cruz de los desheredados, continúo sufriendo en los que sufren, y en su sangre me sigo desangrando. ..

¡Quítate mi imagen de la cruz que llevas colgada alcuello: de las imágenes sin vida estoy cansado!
¡Cansado estoy del arte de los hombres que al mundo siempre clavado me ha mostrado!
Yo acepté libremente mi designio y a la cruz fui a morir enamorado.
¡Pero he resucitado al tercer día y entre mi gente sigo caminando!

¡Yo no soy un pedazo de madera ni una estatua de yeso coloreado!
¡Yo vivo en el dolor y el sufrimiento de aquellos que los hombres marginaron! Andando los caminos de esta vida, revivo día a día mi calvario. ¡Mil veces me torturan y me matan en el diario sufrir de tus hermanos!

También estoy aquí, dentro del templo en donde esta mañana me has buscado, pero es hora que aprendas a encontrarme en los que viven su Vía Crucis, a tu lado. Cuando me hayas encontrado en cada uno, y en ellos viéndome, me hayas amado..., puedes buscarme aquí, ten bien seguro, que en el Sagrario te estaré siempre ESPERANDO.

Autor desconocido
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