EL BANCO DEL PARAÍSO

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Domingo 18º tiempo ordinario
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1 agosto 2010

Uno de entre la gente pidió a Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que me dé mi parte de la herencia." Jesús le contestó: "Amigo, ¿quién me ha nombrado juez o partidor de herencias?" Después dijo a la gente: "Eviten con gran cuidado toda clase de codicia, pues aunque uno lo tenga todo, no son sus posesiones las que le dan vida." Lc 12,13-21

Jesús no vino para solucionar problemas económicos, sino para enseñarnos a vivir de manera que logremos la salvación eterna con todos los medios a nuestro alance, pues la vida eterna es el máximo tesoro, la máxima ganancia.

No es malo tener bienes; lo malo está en adquirirlos mal y acumularlos por egoísmo, haciéndose esclavo de ellos, en lugar de ponerlos al servicio de valores más altos, usarlos y administrarlos para producir también a favor de los demás, y así asegurarlos en el banco del paraíso.

La desgracia consiste en que las riquezas posean a quienes las convierten en ídolos, a los cuales inmolan la familia, la amistad, y la misma vida temporal y eterna. Convierten los medios en fin, juntando una economía próspera con una vida en quiebra. .¡Qué fatal necedad!

Todos los bienes del mundo no salvan de la muerte ni con ellos se puede comprar la vida eterna. A menos que administren y compartan en obras de misericordia, entre las cuales descuella la evangelización que da acceso a los bienes eternos.

Gran sabiduría es acumular obras buenas en el banco del paraíso, donde nadie puede robar y donde producen inmensos y eternos intereses. De lo contrario, se llega a lo más temible: la infelicidad eterna y la muerte segunda.

Necesitamos descubrir y vivir el verdadero sentido de todo lo que Dios pone a nuestra disposición, a fin de que nos sirva para nuestro verdadero destino: el glorioso reino eterno en la casa de nuestro Padre Dios, donde la riqueza es infinita, pues Él mismo se hace nuestra herencia para siempre.

“No ojo vio ni mente humana puede sospechar lo que Dios tiene preparado para quienes lo aman” y aman al prójimo.

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