San Lorenzo, diácono y mártir
10 agosto
Nace en la primera mitad del siglo III. Huesca, Valencia y Córdoba (España) se disputan su cuna. Muy joven viaja a Roma, y el papa Sixto II lo nombra su primer diácono administrador.
En el 257 el emperador Valeriano desata una cruel persecución. Sixto es conducido a la cárcel. Por el camino le sale al encuentro Lorenzo y el Papa le dice: “A ti, hijo mío, te aguardan más rigurosos suplicios y más gloriosa victoria. Anda a repartir a los pobres los tesoros de la Iglesia”.
Pasa toda la noche repartiendo a los pobres los bienes que administraba. Al día siguiente, cuando llevan a Sixto para degollarlo, Lorenzo le dice que ha repartido todos los bienes. El prefecto pretende hacerse esos bienes. Lorenzo, con una procesión de pobres, ciegos, cojos, mancos a quienes había socorrido, se presenta al prefecto diciendo: “Aquí tienes los tesoros de la Iglesia”. Al sentirse burlado, el gobernante ordena someterlo a crueles suplicios. Lorenzo no lanza ni un solo lamento. Por fin lo acuestan sobre una parrilla al rojo vivo. Tampoco muestra signos de dolor, y reta al tirano: “Ya estoy asado por una parte; que me den vuelta y come”.
Por fin expira exclamando: “Gracias te doy, Señor y Dios mío, porque me has concedido entrar por las puertas de tu bienaventuranza”. Era el 10 de agosto del 258.
p. j.