UN HOMBRE HECHO DE AMOR Y ORACIÓN



San Juan María Vianney, sacerdote

                              4 de agosto


Nace en Dardilly, Francia, el año 1786, en una familia campesina. A los 13 años recibe la primera comunión en una cabaña de paja. Viendo el heroico ejemplo de los sacerdotes, inicia la carrera sacerdotal. A pesar de las graves deficiencias en los estudios, es ordenado casi por compromiso en 1815.

    En 1818 lo envían a Ars, pueblo pobre, abandonado, sucio, también moral y espiritualmente. Empieza reparando la iglesia medio derruida. Se dedica a visitar los hogares, enseñar catecismo, bautizar, preparar a chicos y grandes para la primera comunión, llevar los sacramentos a los enfermos... De día hace el mensajero del Evangelio y confiesa; de noche estudia y ora.

     Al principio a la misa dominical sólo van mujeres y niños. Pero luego van entrando también los hombres. Y empiezan a decir:  "Estamos codo a codo con un santo”. Vive en gran pobreza y en dura lucha contra las fuerzas del mal.

     A partir del 1827 comienza el desfile hacia Ars de unos 20.000 peregrinos por año para  confesarse con él. Pasa a la gloria eterna el 4 de agosto de 1859, diciendo: “¡Qué dulce es morir cuando se ha vivido sobre la cruz!” La Iglesia lo nombró Patrono de los sacerdotes y estableció el día del párroco la fecha de su muerte.


Decía: "El tesoro del hombre cristiano no está en la tierra, sino en el cielo; por eso nuestro pensamiento debe estar siempre oreintado hacia allí donde está nuestro tesoro".
"El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si ustedes aman y oran, hallarán la felicidad en este mundo".
"Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con él. Nuestra oración es el incienso que más le agrada".
"Hijos míos: el corazón de ustedes es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios".
"En este mundo no hay felicidad más grande que la de sentirse amados por Dios".
p.j.
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