UN SANTO DE NUESTRO TIEMPO

San Pío de Pietralcina
23 de septiembre

     Nace en Pietrelcina (Italia) en 1887, en un hogar de humildes campesinos, y es educado en una profunda piedad mariana. Su nombre de pila es Francisco. A los 16 años entra en los capuchinos, tomando el nombre de fray Pío. Es ordenado sacerdote a los 21 años en 1910.
     Desea ir de misionero, pero sus pulmones están seriamente dañados. Los médicos le pronostican poco tiempo de vida. A la enfermedad se suman además las terribles torturas corporales y espirituales que le causa el demonio.

     En 1911 es curado por la Virgen. En 1916 pasa al convento de Santa María de las Gracias, en Gargano, donde inicia su extraordinaria aventura con sus milagros y el apostolado del confesionario. Acude a él un incalculable número de personas venidas de todas partes.
     Es examinado por muchos médicos, y a la vez se convierte en blanco de calumnias, recibe infamantes inspecciones canónicas y se le prohíbe celebrar misa por varios años. Encuentra su fuerza en la oración y en la Eucaristía.
     El 22 de septiembre de 1918, a los 31 años, recibe los estigmas (llagas) de la pasión, que permanecen abiertos y sangrantes durante 50 años, pero desaparecen de inmediato al fallecer. 
     María es el secreto de su santidad. Cuando le preguntan si hay algún atajo para ir al cielo, responde: “Sí: es la Virgen María”.          
     Vuelve a enfermar, y en 1956 es de nuevo curado por la Virgen, a quien ese mismo año le dedica su obra, la “Casa Alivio del Sufrimiento”, con instrumental sanitario de última generación. La Casa mantiene enlaces con los principales centros de investigación de todo el mundo y realiza unas 70.000 hospitalizaciones al año.
     El P. Pío funda el Grupo de Oración, formado hoy por unos 200.000 devotos en todo el mundo.
     Vuela al cielo el 23 de septiembre de 1968 con 81 años. Es declarado venerable en 1997, beatificado en 1999 y canonizado en el 2002 por Juan Pablo II.
p.j.