
Las tinieblas son el pecado, tanto original como personal y social. Pero la luz de Cristo en persona es capaz de eliminar el pecado e iluminar la vida, la mente, el corazón. La unión efectiva y afectiva con Cristo nos enciende en su luz y nos hace verdaderos cristianos y a la vez nos convierte en luz para los demás.
¿Cómo saber si somos o no verdaderos cristianos y luz de Cristo para los demás? Si estamos unidos a Cristo. Por los frutos de la luz nos conoceremos: la bondad, la justicia, la verdad, el amor a Dios y al prójimo, y por la capacidad real de discernir entre lo que agrada a Dios y las obras inútiles de las tinieblas del pecado.
Es necesario sacudirnos y despertarnos del posible sueño tenebroso que nos oculta las acciones, actitudes, deseos, relaciones que nos ponen en una peligrosa y vergonzosa vida de tinieblas.
Solamente la unión con Cristo resucitado nos hace hijos de la luz, y a la vez nos hace luz que refleja a Cristo para los demás.
P. Jesús Álvarez, ssp