No olvides tu destino: la resurrección y la gloria con Cristo
Hermanos: Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra. Por que ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es la vida de ustedes, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria. Colosenses 3, 1-4
La resurrección de Cristo alcanzará a toda la humanidad y a toda la creación, que “está en dolores de parto, esperando la manifestación de los hijos de Dios” por la resurrección y la gloria, esperando el “cielo donde está Cristo” resucitado.
Hermanos: Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra. Por que ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es la vida de ustedes, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria. Colosenses 3, 1-4
La resurrección de Cristo alcanzará a toda la humanidad y a toda la creación, que “está en dolores de parto, esperando la manifestación de los hijos de Dios” por la resurrección y la gloria, esperando el “cielo donde está Cristo” resucitado.
Todos los bienes, alegrías, placeres y felicidad en esta tierra no son más que una sombra, un aperitivo de lo que “ni ojo vio, ni oído oyó ni mente humana puede sospechar lo que Dios tiene preparado para quienes lo aman”, dice san Pablo.
Las maravillosas realidades temporales son dones de Dios para que ansiemos sus dones eternos, inmensamente superiores. No podemos cerrarnos idolátricamente sobre esos dones temporales, olvidando a Dios y sus dones eternos, que son la plenitud de los temporales, si los gozamos con gratitud y orden, en la espera de la resurrección que nos dará la plena posesión de los bienes eternos.
Todos los bienes temporales se pierden con la muerte; pero con la resurrección se recuperan para siempre, inmensamente acrecentados y multiplicados, si hemos pasado por la vida haciendo el bien.
p.j.