Del odio implacable al amor incondicional

CONVERSIÓN DE SAN PABLO

- “¿Quién eres, Señor?” – “Soy Jesús, a quien tú persigues”.

“Dejando atrás el pasado, me lanzo hacia a delante”.

“Aunque reparta todos mis bienes a los pobres, y entregue mi cuerpo a las llamas, si no lo hago por amor, de nada me sirve”.

“Líbreme Dios de gloriarme si no es en la Cruz de Cristo, que me amó y se entregó por mí”.

“Si Cristo no hubiera resucitado, si nosotros no resucitamos, vana sería nuestra fe y nuestra predicación”. “Si Cristo fuera sólo para esta vida, seríamos los más desgraciados de todos los hombres”.

“Para mí la vida es Cristo y una ganancia el morir, para estar con Cristo”. “No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”.

Dice san Juan Crisóstomo: “Para Pablo lo más importante de todo era gozar del amor de Cristo… Verse privado de este amor, significaría el infierno, el único sufrimiento, el suplicio infinito e intolerable”.