¡HEMOS ENCONTRADO AL MESÍAS!

VENGAN Y VEAN

Juan el Bautista se encontraba de nuevo en el mismo lugar con dos de sus discípulos. Mientras Jesús pasaba, se fijó en él y dijo: "Ése es el Cordero de Dios." Los dos discípulos le oyeron decir esto y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó: - ¿Qué buscan? Le contestaron: - Rabbí (que significa Maestro), ¿dónde vives? Jesús les dijo: - Vengan y lo verán. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Andrés encontró primero a su hermano Simón y le dijo: - Hemos encontrado al Mesías (que significa el Cristo). Y se lo presentó a Jesús. Jesús miró fijamente a Simón y le dijo: - Tú eres Simón, hijo de Juan, pero te llamarás Kefas (que quiere decir Piedra). Jn 1, 35-42.

Este evangélico sugiere el método básico y eficaz de pastoral vocacional: “¡Hemos encontrado al Mesías!” “Vengan y vean”.

Mitad de los bautizados en la Iglesia católica viven alejados de ella, o se pasan a “otra confesión”, en parte por la escasez de buenos sacerdotes, que les ayudaran a vivir su bautismo, a conocer a su Iglesia y a Cristo resucitado presente en ella. En consecuencia, se hacen fácil presa de las sectas y agentes del proselitismo sectario, parafraseando curiosamente la misma expresión de Andrés a Pedro: “En esta religión sí hemos encontrado a Dios”.

Las sectas comprometen desde el principio a sus adeptos en la misión de buscar nuevos seguidores y a pagar las cuotas. En eso nos dan ejemplo. En nuestra Iglesia católica, al menos en algunas parroquias, congegaciones y diócesis,están surgiendo grupos de laicos adultos, de jóvenes e incluso de niños comprometidos a salir a evangelizar. Miembros de esos grupos se abrirán más fácilmente a la vocación sacerdotal, misonera y a la vida consagrada.

Los católicos fieles desean y necesitan buenos y abundantes sacerdotes, que les, ayuden a vivir la fe y alcanzar la vida eterna. Pero la mayoría ignora el mandato apremiante de Jesús: “Rueguen al Dueño de la mies que envíe buenos obreros a su mies”.

“Las vocaciones son un don del Dios providente a una comunidad orante”, y a él hay que pedírselas y en su nombre acogerlas, formarlas y cuidarlas, conscientes de la afirmación de Jesús: “Soy yo quien los ha elegido”.

La primera e indispensable tarea es ayudar al vocacionable a vivir la experiencia de Cristo resucitado, el único que puede llamar y dar fortaleza y alegría para seguirlo.

Jesús mandó y sigue mandando a los suyos: “Vayan y evangelicen a todos los hombres”, “empezando por los hijos descarriados de la Iglesia”, que son la mayoría de los bautizados por ella

Los más abandonaron y abandonan la Iglesia Católica por desconocimiento de lo que ella es, y de los medios más eficaces de salvación que le ha dado su Fundador, Cabeza y Guía, Cristo Resutitado, presente y actuante en ella todos los días hasta el fin del mundo, guiándola hacia el Reino eterno, a pesar de todas las tormentas de fuera y dentro.

Sin embargo, la razón de fondo de casi todos esos abandonos, es que en la Iglesia Católica tal vez no hayan tenido a nadie que les haya dicho de palabra o con el ejemplo: "Hemos encontrado a Cristo vivo". O no lo han buscado siquiera.

p.j.