PAN y VINO de VIDA ETERNA
Domingo 20°
durante el año-B/19-08-2012
Juan 6, 51-59
Jesús
dijo a los judíos: «Yo soy el pan vivo bajado del
cielo. El que coma de este pan, vivirá eternamente; y el pan que Yo daré, es mi
carne para la Vida
del mundo». Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?»
Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la
carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El
que come mi carne y bebe mi sangre, tiene Vida eterna; y Yo lo resucitaré en el
último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera
bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y Yo en él. Así
como Yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de
la misma manera, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo;
no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan, vivirá
eternamente». Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaúm.
de la Letra a la Vida
Las palabras de Jesús sobre el Pan de Vida eterna
resultan inaceptables para la mayoría de sus oyentes. Por eso lo abandonan,
menos los Doce. Y Jesús los interpela también a ellos, poniéndolos con firmeza
ante la alternativa de creerle o de irse.
Mientras Jesús hace curaciones, multiplica y
reparte alimentos, todos lo admiran y quieren estar a su lado. Pero aceptar la
oferta del Pan espiritual de Vida eterna, que vale infinitamente más,
compromete sus seguridades, sus costumbres y su misma religión de ritos
externos, sin compromiso de vida.
¿Han cambiado las cosas?
¡Cuántas veces se comulga la hostia, pero no se comulga con Cristo Resucitado
presente en la hostia, en su Palabra, en el prójimo, en la vida cotidiana, en
el hogar, en el sufrimiento, en las alegrías, en el trabajo, e incluso en la
oración.
Así Jesús resulta un “don
nadie”, excluido de la vida como un estorbo. Y entonces no se pueden cumplir
sus promesas: “Quien coma de este pan, vivirá para siempre”, “Quien come mi
carne y bebe mi sangre, vive en mí yo en él”.
La promesa de Jesús de
identificarse con nosotros mediante la Comunión, se hace una realidad tan
maravillosa, misteriosa y feliz, que hasta se nos puede antojar increíble,
inaceptable. Y así es humanamente. Mas para el Amor omnipotente de Dios nada
hay imposible.
Es bueno saber que en otros pasos del
Evangelio, Jesús declara también “otros sacramentos”como medios de salvación eterna para quienes no tienen acceso al máximo sacramento de la
Eucaristía, y lo sabemos de su propia boca:
“Quien
escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna”. “Si
ustedes perdonan, también el Padre celestial les perdonará a ustedes”. “Tuve hambre y
ustedes me dieron de comer, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me
visitaron… Vengan, benditos de mi Padre, a poseer el reino preparado para
ustedes”. “Felices los que sufren, los que promueven la justicia, la paz, la
misericordia, los limpios de corazón…, pues de ellos es el reino de los cielos”
(Bien-aventuranzas).
P. J. Álvarez - ssp
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