HAY QUE HACER CÁLCULOS EN SERIO




Domingo 23º durante el año- C / 8-9-2013


Caminaba con Jesús un gran gentío. Se volvió hacia ellos y les dijo: "Si alguno quiere venir a mí y no se desprende de su padre y madre, de su mujer e hijos, de sus hermanos y hermanas, e incluso de su propia persona, no puede ser discípulo mío. El que no carga con su propia cruz para seguirme luego, no puede ser discípulo mío.


Mucha gente va con Jesús, pero no todos lo siguen; no todos asumen su forma de vivir, de pensar, de amar y actuar, aunque lo aprueben teóricamente. Muchos admiran sus milagros, su vida y su enseñanza…, pero no aceptan sus exigencias, porque prefieren una vida cómoda y una religión de apariencias, que no salva. 

Jesús no quiere que nos equivoquemos con la ilusión de conseguir la felicidad en el tiempo y en la eternidad por un camino que lleva a la infelicidad final. 

Cuidémonos en serio de no vender a Cristo y a nosotros mismos por unas monedas o por un poco de placer pasajero. Jesús nos dice: “Quien no está conmigo, está contra mí”. “Quien no me confiesa delante de los hombres, tampoco yo lo reconoceré delante de mi Padre”

Preferirlo a todas las cosas y a la misma familia, es la única manera de amar de verdad a la familia, a nosotros mismos y la creación. Así podremos disfrutar de todo eso con libertad y gozo en el tiempo y por toda la eternidad. De lo contrario, tarde o temprano, lo perderíamos todo.

Cargar la cruz tras él consiste en asociar a la suya las cruces inevitables que exige la vida honrada y cristiana, como condición esencial para colaborar con él en la salvación de los demás, y así lograr la resurrección y la gloria eterna. Él mismo promete: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré”. “Mi yugo es suave y mi carga ligera”.

El Evangelio es siempre una buena noticia, y como buena, no puede amargar la vida a nadie, sino todo lo contrario: da paz, alegría y felicidad, también en el dolor y en la misma muerte. Y nos enseña a disfrutar con gratitud y orden los gozos que Dios nos da a través de las cosas y de las personas. 


No es difícil amar a Jesús por encima de todo y de todos, si consideramos lo que representa en el tiempo y en la eternidad para nosotros y para quienes amamos. 
(P. J.)


¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*