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El Fundador de la Familia Paulina, Santiago Alberione, escribió en su diario juvenil: “He sido creado para amar a Dios”; y ese amor lo impulsó a un heroico amor a los hombres, centrado en ayudarles a conseguir el máximo bien: la salvación eterna. Le había impactado las palabras de Jesús: “¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si al final se pierde a sí mismo?” En ese doble amor enroló a la Familia Paulina, y asumió los medios más rápidos y eficaces: los medios de comunicación social, que hacen del mundo una parroquia global.

Compartir la misión de Cristo Jesús

Compartir con Jesús resucitado la tarea de la propia salvación y la salvación de los hombres, es la máxima obra de amor. Es la obra más grata a Dios, a la que corresponderá un gran premio eterno. Jesús dijo: “Nadie tiene un amor tan grande como quien da la vida por los que ama”. Amor máximo al que corresponde la máxima felicidad en el tiempo y en la eternidad: “Ustedes, que lo han dejado todo y me han seguido, tendrán el ciento por uno aquí abajo y luego la vida eterna en el paraíso”. “Yo estoy con ustedes todos los días”.

El ciento por uno y la vida eterna

El ciento por uno en la tierra consiste en la alegría de vivir felices en la pobreza, que es la mayor riqueza: “¡Felices los pobres de espíritu!”; en la obediencia, que es la mayor libertad: “Obedecer a Dios es reinar”; y en la castidad, que es el mayor y más fecundo amor: engendrar en Cristo un sinnúmero de hijos e hijas para felicísima familia eterna de la Trinidad. Eso justifica por qué la vida consagrada sea una vocación fascinante por la cual vale la pena dar la propia vida: “Quien entrega la vida por mí y por el Evangelio, la salvará”.

Un carisma para nuestro tiempo

El beato Alberione veía las iglesias vacías, pues la gran mayoría de los bautizados se alejaban influenciados por la mala prensa, y por eso decidió usar los medios de comunicación para llevar la Palabra salvadora de Dios a los católicos alejados y a los no católicos. Hoy van a las iglesias sólo un 10% de los católicos, y el 90% de los bautizados no es atendido por la pastoral tradicional, que alcanza a muy pocos de los paganos de hoy, olvidando tal vez la clara consigna de Jesús: “Vayan y evangelicen a todas las gentes”; mandato que hoy se puede realizar a la letra con los medios de comunicación.

El privilegio de ser elegidos por Cristo

¿Sentiste alguna vez el deseo sincero de ser “discípulo misionero” de Cristo para el bien y la salvación tuya y de otros? ¿Presentiste la felicidad que supone el responder al llamado de Cristo para compartir con él, de forma radical, su misión humanizadota y salvadora a favor de los hombres? Hoy puedes realizar ese deseo o vocación como “servidor de la alegría de Dios” (Benedicto XVI) en un Instituto secular paulino, permaneciendo en tu familia y en tu trabajo. No temas no ser capaz, pues dice San Pablo: “Todo lo puedo en Aquel que me conforta”.