PATRONA Y EMPERATRIZ DE AMÉRICA LATINA




Virgen de Guadalupe

Juan Diego va donde el arzobispo de Méjico, Juan de Zumárraga, notificándole el deseo de la Virgen María de que se le construya un templo en el Tepeyac. Pero el prelado le pide una señal de la Virgen.

Juan Diego, apenado, vuelve al Tepeyac, donde oye de labios de la María: “Escucha y ponlo en tu corazón, hijo mío el más pequeño…, no temas… ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿No estás tú bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría?” Luego le manda que suba al cerro diciéndole: “Allí verás que hay variadas flores: córtalas, reúnelas, ponlas todas juntas; luego baja y tráelas aquí a mi presencia”.

No era estación de flores ni el lugar rocoso podía producir rosas de Castilla. Pero obedeció, encontró las flores, las cortó y las envolvió en su tilma, (poncho, manta). Llevó las flores a la Señora y luego al arzobispo, que lo hizo esperar largo rato; y al desplegar la tilma ante el prelado, no sólo se vieron las flores, sino tambien una admirable imagen de la Virgen, milagrosamente grabada en la tilma.

El arzobispo se rindió ante la “prueba”, pidió perdón a Juan Diego y se hizo su gran amigo y colaborador decidido en la construcción de la primera ermita a la Virgen de Guadalupe, iniciada en 1533, en el cerro de Tépeyac, donde le construyó también una casita a Juan Diego, al que nombró cuidador de la ermita, en la cual se colocó su tilma con la imagen milagrosa de la Virgen de Gudalupe.

Diversos estudios cientríficos demuestran que se trata de una pintura humanamente inexplicable, con elementos y técnicas desconocidos en la tierra. En más de 500 años y sin cuidados especiales, se mantiene en perfecto estado de conservación.

En 1910 proclamó a la Virgen de Guadalupe Patrona de América Latina, y en 1945, Pío XII le dio el título de Emperatriz de América.
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