SIGNO DE CONTRADICCIÓN, COMO CRISTO



Denigrado por algunos, y a la vez admirado, aclamado y amado por muchos.

Del discurso de Benedicto XVI
a los jóvenes de Malta y Gozo.
....................18 abril 2010

Queridos jóvenes de Malta y Gozo, me siento muy feliz de estar entre ustedes. Qué alegría poder encontrarlos en su tierra. En este significativo aniversario damos gracias a Dios por haber enviado al Apóstol Pablo a estas islas, que son uno de los primeros lugares que recibieron la Buena Noticia de Nuestro Señor Jesucristo.

San Pablo tuvo de joven una experiencia que transformó para siempre su vida. Como saben, él fue antes enemigo de la Iglesia e hizo todo lo posible por destruirla. Mientras iba camino de Damasco con la intención de apresar a todo cristiano que allí encontrara, se le apareció el Señor en una visión. Una luz cegadora lo envolvió y oyó una voz que le decía: “¿Por qué me persigues?... Soy Jesús, a quien tú persigues” (Hch 9,4-5).
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Pablo se vio totalmente embargado por este encuentro con el Señor y toda su vida cambió. Se convirtió en un discípulo y llegó a ser un gran apóstol y misionero. Aquí, en Malta, ustedes tienen un motivo particular para agradecer los esfuerzos misioneros de Pablo, que divulgó el Evangelio en el Mediterráneo.

Cada encuentro personal con Jesús es una experiencia sobrecogedora de amor. Como el mismo Pablo admite, antes había “perseguido con saña a la Iglesia de Dios y la asolaba” (cf. Ga 1,13). Pero el odio y la rabia expresadas en esas palabras se desvanecieron completamente por el poder del amor de Cristo. Durante el resto de su vida, Pablo tuvo el deseo ardiente de llevar el anuncio de este amor hasta los confines de la tierra.

San Juan nos dice que este amor perfecto aleja todo temor (cf. 1 Jn 4,18). Por eso os digo a todos vosotros: “No tengan miedo”. Cuántas veces escuchamos estas palabras en las Escrituras. El ángel se las dice a María en la Anunciación, Jesús a Pedro, cuando lo llama a ser su discípulo, y el ángel a Pablo en vísperas de su naufragio.
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A los que entre ustedes desean seguir a Cristo, como esposos, padres, sacerdotes, religiosos o fieles laicos que llevan el mensaje del Evangelio al mundo, les digo: No tengan miedo. Encontrarán ciertamente oposición al mensaje del Evangelio. La cultura de hoy, como cualquier cultura, promueve ideas y valores que contrastan en ocasiones con las que vivía y predicaba nuestro Señor Jesucristo.
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A veces, estas ideas son presentadas con un gran poder de persuasión, reforzadas por los medios y por las presiones sociales de grupos hostiles a la fe cristiana.
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Cuando se es joven e impresionable, es fácil sufrir el influjo de otros para que a aceptemos ideas y valores que sabemos que no son los que el Señor quiere de verdad para nosotros. Por eso, os repito: No tengan miedo, sino alégrense del amor que les tiene; fíense de él, respondan a su invitación a ser sus discípulos, encuentren alimento y ayuda espiritual en los sacramentos de la Iglesia.

Aquí, en Malta, vivís en una sociedad marcada por la fe y los valores cristianos. Deberíais estar orgullosos de que vuestro País defienda tanto al niño por nacer como la estabilidad de la vida familiar para una sociedad sana. En Malta y en Gozo, las familias saben valorar y cuidar de sus miembros ancianos y enfermos, y acogen a los hijos como un don de Dios. Otras naciones pueden aprender de vuestro ejemplo cristiano. En el contexto de la sociedad europea, los valores evangélicos están llegando a ser de nuevo una contracultura, como ocurría en tiempos de san Pablo.

En este Año Sacerdotal, os pido que estén abiertos a la posibilidad de que el Señor pueda llamar a algunos de ustedes a entregarse totalmente al servicio de su pueblo en el sacerdocio o en la vida consagrada. Este País ha dado muchos y excelentes sacerdotes y religiosos a la Iglesia. Inspírense en su ejemplo y reconozcan la profunda alegría que proviene de dedicar la propia vida al anuncio del mensaje del amor de Dios por todos, sin excepción.

Les he hablado ya de la necesidad de atender a los más jóvenes, a los ancianos y enfermos. Pero el cristiano está llamado a llevar el mensaje del Evangelio a todos. Dios ama a cada persona de este mundo, más aun, ama a cada persona de todas las épocas de la historia del mundo. En la muerte y resurrección de Jesús, que se hace presente cada vez que celebramos la Misa, Él ofrece a todos la vida en abundancia.

Como cristianos, estamos llamados a manifestar el amor de Dios que incluye a todos. Por eso, hemos de socorrer al pobre, al débil, al marginado; tenemos que ocuparnos especialmente por los que pasan por momentos de dificultad, por los que padecen depresión o ansiedad; debemos atender a los discapacitados y hacer todo lo que esté en nuestra mano por promover su dignidad y calidad de vida; tendremos que prestar atención a las necesidades de los inmigrantes y de aquellos que buscan asilo en nuestra tierra; tenemos que tender una mano amiga a los creyentes y a los no creyentes.

Esta es la noble vocación de amor y servicio que todos nosotros hemos recibido. Que esto los impulse a dedicar su vida a seguir a Cristo. No tengáis miedo de ser amigos íntimos de Cristo.

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