SAN JOSÉ OBRERO
San José fue un hombre que hizo de su trabajo, sufrimientos y alegrías, una obra de salvación por estar unido al Salvador, no sólo físicamente bajo el mismo techo, sino porque sabía que estaba colaborando en la obra redentora de Jesús, ya desde su vida oculta en la casa y taller de Nazaret. Así convirtió su existencia terrena en una misión humana y salvífica.
Todo creyente puede y debe imitar a san José convirtiendo en obra de salvación su propio trabajo y toda su vida, lo cual es posible por la promesa infalible de Jesús: “Quien está unido a mí, produce mucho fruto”. Y san Pablo aconseja: “Todo lo que hagan, háganlo en nombre de Jesús”. El cristiano –persona unida a Cristo-, tiene que vivir este compromiso: “Sólo haré y diré lo que pueda hacer y decir en nombre de Jesús”.
“El conjunto inmenso de los esfuerzos realizados por el hombre a lo largo de los siglos para mejorar su condición de vida, responde a la voluntad de Dios… Las victorias del género humano son un signo de las grandezas de Dios y un fruto de su inefable designio de salvación… Cuanto más crece el poder del hombre, más aumenta su propia responsabilidad individual y colectiva” (Vat. II. GS).
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