San Matías
14 mayo
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Judas, el apóstol que traicionó a Jesús, dejó un puesto vacío en el grupo de los Doce. Y decidieron elegir a otro para ocupar su lugar. En la elección usaron un método hoy impensable en la Iglesia: propusieron un sorteo e invocaron al Señor para que les indicara a quién elegía entre Matías y José, presentados por la primera comunidad, la que ya antes de la venida del Espíritu Santo se reunía en el Cenáculo con María, la madre de Jesús. Cierto: el resultado del sorteo se debe a la eficacia de la oración escuhada por Dios, y luego, por la imposición de las manos, Matías se integra a en la comunión apostólica. No hay más noticias sobre él. Sólo se sabe que fue martirizado.
Apóstol significa enviado. Este nombre se da a los Doce que Jesús eligió para que estuvieran con él y para ser enviados a evangelizar. Aunque Matías no fue elegido por Jesús como los demás apóstoles, sino agregado después al colegio apostólico.
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El cristiano -persona de Cristo, que vive en Cristo- ha sido llamado en el Bautismo, que le confirió el sacerdocio bautismal. Y por ese sacerdocio es llamado a orar y ofrecer sacrificios por sus hermanos, y a evangelizar con su palabra y con su vida, compartiendo la misma misión de Cristo.
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Todo bautizado tiene asignada por Dios una parcela de salvación, que empieza por propia su familia, y se va extendiendo hasta coincidir con la misión universal del Salvador.
Es un gran privilegio, pero también una gozosa responsabilidad acerca de la cual el apóstol San Pablo exclama: "Ay de mí si no anuncio el Evangelio". Y todos podemos anunciar el evangelio con el ejemplo, que es la palabra más elocuente. Es decisivo, pues, reconocer y conocer nuestra propia parcela de salvación: personas que están al alcance de nuestro ejemplo, palabra, oración, , sufrimientos ofrecidos, ayudas varias...
Jesús nos garantiza el éxito de nuestra evangelización: "Quien está unido a mí, produce mucho fruto", sin más condiciones.
