Me amó y se entregó por mí


Sagrado Corazón de Jesús

. . . . . . . . . . 11 junio

El corazón simboliza el centro real y profundo de la persona, en el cual confluyen las emociones y los sentimientos, y donde se elaboran las relaciones con el prójimo, con el Creador y la creación.

Una persona de corazón es entrañable, cercana, confiable, paciente, equilibrada, transparente, humilde, lúcida, apasionada... Y si el corazón de los humanos puede llegar a esa calidad, ¡cuánto más el Corazón del Hijo de Dios!

Frente al odio que llega a traspasar su corazón con una lanza, Jesús reacciona con el amor más grande, que consiste en “dar la vida por los que se ama”; y sus mismos verdugos están entre los que él ama: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”.
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Así el odio que produce muerte, deja lugar al amor que produce vida eterna.

Esta prueba máxima de amor, que no retrocede ni ante la muerte, es el ejemplo a imitar por todos los seguidores de Jesús, que deben asociar sus cruces y su muerte a la de Cristo, a fin de que produzcan salvación y vida para muchos, alcanzando así el éxito total de la propia existencia temporal.
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El Corazón de Jesús es la prueba más evidente de que Dios es Amor y de que Dios nos ama, nos busca, nos abraza y quiere compartir con nostos su felicidad eterna.

"No hay felicidad más grande en este mundo que la de saberse amados por Dios" (Cura de Ars).

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