NACIDOS PARA SER LLAMADOS Y ENVIADOS


El beato Santiago Alberione, Fundador de la gran Familia Paulina, manifestó que ésta ha nacido para la misión; y toda misión responde a una vocación o llamado de Dios.

¿Qué es la vocación?

Entre otras definiciones, podríamos considerar la siguiente: Vocación es la llamada de Dios al diálogo filial con él en el tiempo y en la eternidad, y a compartir con Cristo resucitado la liberación y salvación de los hombres.

La vocación es don e iniciativa de Jesús: “No me han elegido ustedes a mí, sino que soy yo quien los ha elegido a ustedes”. “Los llamó para que estuviesen con él” y para ser enviados por Él. Sólo de la experiencia de Cristo resucitado y presente puede surgir la vocación del verdadero misionero y apóstol.
¿Qué es la misión?

La misión es la obra de liberación, santificación y salvación que Cristo resucitado realiza en el Espíritu Santo mediante la vida y las obras de sus discípulos, para gloria del Padre.

La liberación consiste en el esfuerzo eficaz y gozoso para implantar los valores del Reino de Dios en este mundo: la vida y la verdad, la justicia y la paz, la libertad y la solidaridad, el sentido de la vida y la alegría de vivir, los derechos humanos, el progreso, la fraternidad universal, la dignidad humana... Liberación de todo lo que se opone a esos valores.

La santificación se realiza en la unión con Cristo,  en su imitación y en el amor al prójimo.

La salvación consiste en que el hombre, por la misericordia de Dios, con la vida, las obras y la cruz asociada a la de Cristo, y por la resurrección, alcance la vida eterna en la casa del Padre, meta y éxito supremo de la vida humana.

Para eso se encarnó, nació, vivió, trabajó, sufrió, murió y resucitó Jesús, dándonos ejemplo para que todos compartamos su misma misión, según los dones y posibilidades que Dios pone a nuestro alcance, hasta dar la vida por quienes amamos, a ejemplo de Cristo, Buen Pastor, que se entregó por nosotros.

También nosotros nacimos, como María, para la misión de acoger a Cristo y darlo al mundo con todos los medios a nuestro alcance, y en especial con los medios de comunicación social, nuestro carisma paulino.
¿Qué es la consagración?

Somos consagrados a Dios para la misión liberadora y salvadora a favor de los hombres; no consagrados únicamente a las obras o a una misión. Llamados a estar con él y por él ser enviados. Vivir en él para que él obre en nosotros y a través de nosotros.

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La vocación y la misión no son monopolio de algunos, sino privilegio de todos, pues todos estamos llamados al diálogo filial con nuestro Padre Dios y a compartir con Cristo, nuestro Hermano, la propia salvación y la salvación de la humanidad, cada cual desde sus posibilidades y estado de vida. Pero hay quiénes son llamados-as a una consagración radical, en unión más íntima con el Resucitado.

La vida consagrada –comunitaria o laical- es una forma de vivir radicalmente la vocación cristiana y de realizar la misión a imitación de Cristo pobre, obediente y casto, y de María, la “llena de gracia”, primera apóstol y misionera.
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¿De qué depende la eficacia salvífica?

Jesús condiciona la eficacia santificante y salvífica de nuestra vida y misión a la unión con él: “Quien está unido a mí, produce mucho fruto; pero separados de mí, no pueden hacer nada” (Jn 15, 5), y a la unión con los hermanos en él: “Padre, que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17, 21).

Todo lo demás es relativo. Sólo esta gozosa unión con Cristo y con el prójimo en Cristo puede dar eficacia salvífica a nuestra vida cristiana y consagrada, con alegría, a la misión apostólica y a la promoción vocacional.

El beato Santiago Alberione advirtió sobre el peligro de separar la vida interior (santificación) de la misión (actividad apostólica), y quiso eliminar de raíz ese riesgo, presentando una síntesis que podríamos llamar la misión total o el apostolado total, cuya primera condición de eficacia salvífica es la vida interior o diálogo con Dios, y cuya obra apostólica principal es la Eucaristía.

En la Eucaristía se realiza la más íntima unión con el Resucitado, al compartir su sacerdocio supremo a favor de la salvación de todos los hombres para gloria del Padre. Esa unión vital con Cristo confiere valor salvífico a toda nuestra vida y obras, alegrías y sufrimientos.

Las 6 columnas de la vida consagrada
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La síntesis alberioniana se apoya en las seis columnas o componentes de toda misión o apostolado para asegurar la feliz eficacia liberadora y salvadora:

Vida interior, de unión amorosa y diálogo filial con Dios, como primera condición para hablar de Dios y comunicar a Dios a los hombres.

Oración, como medio indispensable para cultivar la unión dialogal con Dios e interceder ante él por la salvación de los hombres.

Sufrimiento, ofrecido como participación en los padecimientos redentores de Cristo a favor de la salvación de todos los hombres, como ejercicio del sacerdocio bautismal, en aras del máximo amor: “Dar la vida por quienes amamos”.

Testimonio, en cuanto testigos de Cristo resucitado, vivo y presente en nosotros y entre nosotros, en la Iglesia y en el mundo como conductor de la historia.

Palabra de Dios, escuchada, vivida y proclamada en forma directa y por los medios actuales de comunicación, como cauce de la relación salvífica con el prójimo, y vehículo del Pan de la Palabra, sacramento universal de salvación.

Acción, como expresión externa y concreta de la vida interior, de la oración, y de modo especial en el apostolado primordial de las vocaciones.

El Beato Alberione enuncia estas formas de apostolado eficaz y las refiere a la Virgen María, la primera apóstol y Reina de los apóstoles, y nos invita a imitarla en su vocación y misión de acoger, vivir y dar a Cristo al mundo.
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La misión no se reduce, pues, a sólo actividades externas, sino que consiste esencialmente en “vivir en Cristo y darlo a hombres” con las obras, el testimonio y la palabra, a ejemplo de María, que lo concibió, lo engendró y lo dio al mundo.


Una de las formas de consagración especial, es la vida secular consagrada en los Institutos Paulinos de Vida Secular Consagrada, VIRGEN DE LA ANUNCIACIÓN y SAN GABRIEL ARCÁNGEL, asociados a la Sociedad de San Pablo. Si eres soltero-a, entre los 18 y 35 años, y deseas informarte sobre los mismos, puedes contactar al P. Hernán Etchepare,
telf.: 011 5555 24 00. Celular: 11 648 95 916. -
Sociedad de San Pablo, Riobamba 230 C1025ABF BUENOS AIRES.




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