EL BUEN PASTOR Y LOS ASALARIADOS


                   
Domingo 4º de Pascua-B / El Buen Pastor / 29-04-2012

En aquel tiempo Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. No así el asalariado, que no es el pastor ni las ovejas son suyas. El asalariado, cuando ve venir al lobo, huye abandonando las ovejas, y el lobo las ataca y las dispersa. A él sólo le interesa su salario y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor y conozco a los míos como los míos me conocen a mí, lo mismo que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Y yo doy mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este corral. A esas también las llamaré; escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño con un solo pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para retomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo mismo la entrego. En mis manos está el entregarla y el recobrarla: éste es el mandato que recibí de mi Padre.” Jn. 10,11-18. 

Jesús se declara como el Buen Pastor, modelo de todos los pastores: el Papa, los obispos, sacerdotes, diáconos, catequistas, agentes de pastoral, misioneros, comunicadores, profesores, padres y madres, superiores y superioras de comunidades, y todo cristiano que de alguna manera tenga influencia sobre otras personas, empezando por el hogar.

El cristiano o discípulo de Cristo, colabora gozosamente en la misión del Buen Pastor. Cada cual ha de saber quiénes son o pueden ser sus ovejas, por las cuales orar, sufrir, vivir y morir, como el mismo Jesús hizo por cada uno de nosotros: “Como Cristo dio la vida por nosotros, así nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos (Jn 3, 16). “Quien entregue su vida, la ganará; quien se la reserve, la perderá”.

Y pueden ser ovejas que incluso que no pertenecen a la Iglesia, redil de Cristo, como Él afirma: Tengo otras ovejas que no son de este redil”, y quiere atraerlas, también con nuestra colaboración generosa y amorosa, que alcanza su máxima eficacia en la Eucaristía.

Baste pensar en tantísimas personas de otros corrales que el Buen Pastor guía a la salvación a través de los medios de comunicación social, usados para la evangelización y el pastoreo, y para implantar reino de Dios en este mundo. Y muchos otros caminos.

En esta relación salvífica, los frutos de salvación no son resultado directo de ningún cargo, título, proyecto, obra, sabiduría, sino de la unión efectiva y afectiva con el Buen Pastor, Cristo Jesús, como Él mismo declaró: “Quien está unido a mí, produce mucho fruto; pero sin mí no pueden hacer nada” (Jn 15, 5). Es ésta la condición insustituible, la que más debe preocuparnos y ocuparnos, si queremos ser buenos cristianos y buenos pastores, “pescadores de hombres”, sembradores de vocaciones para pastores; y así acceder a la vida eterna.

Puede haber pastores y cristianos cuya preocupación principal no es compartir con el Buen Pastor la salvación del prójimo para gloria del Padre, sino lucrarse, escalar puestos de prestigio, dominar, pasarlo bien a costa de las “ovejas”, como mercenarios a los que no les importa el rebaño. Los peores enemigos de la Iglesia están dentro. Dios nos libre de pertenecer a ese grupo de bandidos y salteadores.

Pero son multitud los que entregaron y entregan su tiempo, su trabajo, su salud, su vida por la salvación de los hombres, empezando por su familia, tanto desde altos cargos religiosos o políticos, como desde la vida sencilla de sacerdotes, religiosos-as, obreros, campesinos... Es la forma de ser cristianos unidos a Cristo.

P.J.