¿Hay fecha para el fin del mundo?

  "Estén preparados, pues el día que menos lo    piensen, vendrá el Hijo del Hombre"

Recibí un power point, titulado “Apocalipsis”, en que se habla de supuestas fechas del fin del mundo, y me animé a escribir algunas aclaraciones para ustedes sobre ese acontecimiento terrible, glorioso y esperanzador a la vez, ante el cual Jesús nos exhorta amorosamente a prepararnos con la oración, las obras de misericordia, los sacramentos, el trabajo y otros medios de salvación puestos a nuestro alcance por la Iglesia. Así, al fin del mundo, o el día de nuestra muerte personal, el Resucitado pueda encontrarnos preparados para resucitarnos.

En Internet se puede ver una gran cantidad de imágenes del fin del mundo; pero no son fotos reales, pues nadie puede fotografiar lo que no ha sucedido. Son obra de artistas que muestran cómo ellos lo imaginan.

El Apocalipsis es el libro profético del apóstol y evangelista san Juan, que dio origen a ese nombre. Apocalipsis es una palabra griega, que significa "revelación”, y en el libro de san Juan, revelación de las cosas futuras que precederán a la segunda venida de Jesucristo. Mas el Apocalipsis es sobre todo un mensaje de esperanza y de triunfo del bien sobre el mal, de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la victoria definitiva de Cristo sobre Satanás.  
                                                                               
En dicho power point se aconseja adquirir velas y agua bendita, rezar, perdonar porque el perdón lleva a Dios (cosas buenas ésas, menos lo de las velas y el agua). Mas luego se excluye a Jesucristo del escenario del fin del mundo, como si éste fuera obra de la evolución y las vibraciones que llevarían sólo a unos pocos a la quinta dimensión, que parece un remedo de la resurrección y un paraíso.

Pero nada que ver con la resurrección y con el paraíso real en el que creemos por nuestra fe cristiana, como nos lo reveló nuestro único Salvador, Creador y rey del universo, el único venido del cielo, que está muy por encima de las revelaciones de la NASA, de los cálculos de los Mayas, de Nostradamus, Harold Camping, etc., puesto que es Él quien creó y sostiene los átomos y los fotones, la tierra y cuanto contiene. No sucederá nada sin que Dios lo disponga o lo permita. Dios no acepta que le dicten el calendario.

La advertencia de adquirir velas y agua bendita, es ridícula, pues se necesitaría una infinidad de fábricas, ya que solamente los católicos somos alrededor de 1.180 millones; y para repartir agua bendita a 7.000 millones de habitantes de la tierra, haría falta un mar. Es más: de esa advertencia no se enterará ni un mínimo mínimo de la humanidad.

Es verdad que el fin del mundo está cada vez más cerca, y ese acercamiento empezó ya cuando fue creado, como nosotros nos acercamos a la muerte desde el momento en que venimos a la vida. En las comunidades cristianas del siglo primero, ya muchos esperaban como cercano fin del mundo. Y es cierto también que hoy las señales de ese fin se multiplican.

Jesús nos exhorta con amor a estar preparados para el encuentro con él en su venida gloriosa, al final de nuestros días terrenos, y al final del mundo. “Estén preparados, porque el momento en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”. (Mt 24, 44). Pero si se cumple la palabra de Jesús: “Cuando menos lo piensen”, el fin del mundo no sucederá en las fechas fijadas por los falsos profetas. Jesús no es un profeta de desastres, sino de esperanza, resurrección y gloria en el Reino eterno de Dios.
Al respecto de esas señales nos advierte Jesús: “Cuando se presenten los primeros signos, no teman; más bien, levanten la cabeza, porque se acerca su liberación” (Lc 21, 28). Y “no se nos ha dado a ningún otro bajo el sol que pueda salvarnos”.

Jesús respondió muy claro a quienes le preguntaron sobre la fecha del fin del mundo: "De aquel día y la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo del hombre, sino sólo el Padre". En san Mateo cap. 24, vers. 35, y en Lc 21, 23, Jesús confirma la infalibilidad de sus palabras sobre el fin del mundo: "El Cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán".

Resulta inútil y falso fijar fechas y calendarios, como las han fijado falsos profetas a través de los siglos, con desacierto total. Y otros seguirán fijándolas, y mucha gente crédula les hará caso, dejándose engañar.

El Apocalipsis, que es el libro de la esperanza y de la gloriosa venida de Cristo resucitado al final de los tiempos, describe en lenguaje profético -a veces difícil de entender- qué sucederá en el fin del mundo, pero no fija fechas.

Las exhortaciones amorosas de Jesús a estar preparados, se imponen ya hoy y siempre, pues el día y la hora del final del mundo para cada uno de nosotros, será la muerte, que hace desaparecer de nuestra vista la tierra y todas las realidades de este mundo. Por la fe sabemos que la muerte es la puerta de la resurrección y de la vida eterna.

Lo que sí hay que tener es fe, esperanza y amor hechos vida y obras. El amor a Dios y al prójimo, son los dos amores que nos garantizan la salvación a través de la muerte natural o al fin del mundo. Sobre las velas y el agua bendita Jesús no ha dicho nada, y tampoco los apóstoles y evangelistas.

Las señales del fin del mundo fueron predichas por el mismo Hijo de Dios y registradas en los Evangelios (Mt. cap. 24; Mc cap. 23; Lc 17, 20-36; 21, 5-36), y sobre todo en el Apocalipsis de san Juan. Esos textos son los que conviene leer y meditar para conocer la verdad sobre el fin del mundo, y para vivir y obrar de manera que el Salvador pueda contarnos con gran gozo entre sus “elegidos”, como tanto lo desea Él mismo.

Una señal de la proximidad del fin, la reporta Mt 24, 24, con las palabras de Jesús: "Surgirán entonces falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos. ¡Miren que yo se lo he advertido!" No hay que “dejarse llevar por doctrinas llamativas y extrañas”, pero falsas.         
       
Otra señal que indicará el fin del mundo, la expone Jesús en aquella misteriosa frase: "Cuando vean la abominación de la desolación erigida en el Lugar Santo". Pero no se ha podido determinar a qué se refiere en concreto el Lugar santo y ni cuándo eso sucederá.

Otra señal más manifestada por Jesús, es ésta: "Antes del fin, se proclamará el Evangelio en todo el mundo". Pero desde hace más de 2.000 años se viene predicando el Evangelio, y solamente ha llegado a un escaso 25% de la humanidad. ¿Cuántos siglos se necesitarían todavía para que el Evangelio llegue a toda la humanidad, no obstante el poder difusivo universal de los medios masivos de comunicación.

Aun dos señales más que Jesús predice, serán los desastres naturales en la tierra y en el universo, que en realidad se han dado, con mayor y menor intensidad y frecuencia, en todas las épocas de la historia. Y las persecuciones permanentes contra los seguidores de Cristo Jesús, hoy aumentan. Aunque siempre ha habido persecuciones y asesinatos de creyentes, en mayor o menor número que en nuestra época.                                                                       
El mencionado pp. dice que la Virgen María, en varias de sus apariciones, predice el fin del mundo, y lo mismo varios santos, entre ellos el P. Pío de Pietrelcina. Es cierto que la Virgen y los santos hablaron y hablan de los mismos acontecimientos que anunció Jesús, aunque con otras palabras. Sin embargo, la Virgen y los santos jamás han fijado fechas a esos acontecimientos, porque saben que “la fecha y la hora sólo el Padre la conoce”; mientras que los falsos profetas pretenden saber más que Dios Padre.

Jesús declara sobre aquella terrible y apocalíptica tragedia: "Si aquellos días no se abreviasen, nadie se salvaría; pero en atención a los elegidos, se abreviarán aquellos días" (Mt 24, 22). 
               
Y entonces aparecerá la señal definitiva, visible e inconfundible del fin o transformación de este mundo: la venida gloriosa de Cristo resucitado: "Verán venir al Hijo del Hombre entre las nubes del cielo con gran poder y majestad" (Mc 13, 26). Señal imprevisible como un relámpago que va de un horizonte al otro en un instante. Y toda la humanidad lo verá. 

Algunos de esos profetas, enseñan la evolución y la vibración como si fueran una resurrección. Pero la evolución requiere miles o millones de años; mientras que la resurrección se da en un instante, en un cerrar y abrir de ojos. Prueba de esto la dio Jesús mismo en la cruz, asegurándole al buen ladrón: “Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso” (Jn 23, 43).

Y eso es lo que esperamos, al fin del mundo o al fin de la vida terrena, quienes creemos en Cristo resucitado, en la resurrección de los muertos, y nos esforzamos por vivir en continua conversión, para estar preparados de vedad.

P. Jesús Álvarez, ssp

Si deseas tener el mencionado power point, pídemelo a mi dirección mail: alberione@padre-jesús.com