LA PODA PRODUCE MÁS Y MEJOR FRUTO



LA VID Y LOS SARMIENTOS

                                                 Domingo 5º Pascua - B / 6 mayo 2012

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Toda rama mía que no da fruto, la corta. Y toda rama que da fruto, la limpia para que dé más fruto. Ustedes ya están limpios gracias a la palabra que les he anunciado; pero permanezcan en mí como yo en ustedes. Una rama no puede producir fruto por sí misma si no permanece unida a la vid; tampoco ustedes pueden producir fruto si no perma-necen en mí. Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto; pero sin mí, no pueden hacer nada. El que no permanece en mí, cae al suelo y se seca; como a las ramas, que las amontonan, se echan al fuego y se queman. Mientras ustedes permanezcan en mí y mis palabras permanezcan en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán”.  Jn. 15,1-8 

Es necesario tomar a conciencia viva de que cristiano verdadero es sólo quien vive unido a Cristo Resucitado presente en su vida. Sólo Él puede darnos la savia de la vida eterna. El sarmiento solamente vive en la vid y de la vid.
La unión con Jesús Vida se realiza mediante el amor a Él y al prójimo; y se expresa en la gratitud sincera por sus beneficios, de los cuales los máximos son la vida, la fe, la redención, el perdón, la Eucaristía, la Palabra de Dios, la resurrección y la gloria eterna; dones por los cuales merece todo nuestro amor y gratitud en el tiempo y por toda la eternidad.

Quien vive al margen del amor, de espaldas a Dios-Amor-Vida, está cortado de la Vid viva, Cristo, como la rama cortada de la vid, o como el arroyo cortado de su fuente. “Sin mí no pueden hacer nada”. Dice san Pablo: “Si no tengo amor, de nada me sirve”.
 “El Padre corta toda rama mía que no da fruto”. Seria advertencia de Jesús a sus seguidores y pastores –ramas suyas- que no produzcan frutos de salvación por falta de unión con Él: dicen y no hacen, escuchan la Palabra de Dios y no la viven, comen el “Pan eucarístico” y no "comulgan" con Cristo en el prójimo necesitado.

"A quien produce fruto, el Padre lo poda para que produzca más fruto". Es una respuesta al misterio del sufrimiento: El Padre acude para convertir la poda dolorosa en frutos abundantes de salvación y felicidad eterna para nosotros y para muchos otros. "Quien desee ser mi discípulo, tome su cruz cada día y me siga", camino de la resurrección y de la vida eterna.
La vida en Cristo –vida cristiana verdadera- se fundamenta en su Persona presente, en su Palabra, en la Eucaristía y en el amor al prójimo, con quien él se identifica. Y la poda del Padre da eficacia salvadora a nuestras obras, a nuestros sufrimientos, a nuestra vida, a nuestra oración: “Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y lo conseguirán”.


Hechos 9, 26-31-  En aquellos días, cuando Saulo llegó a Jerusalén, trató de unirse a los discípulos, pero todos le tenían desconfianza, porque no creían que también él fuera un verdadero discípulo. Entonces Bernabé, haciéndose cargo de él, lo llevó hasta donde se encontraban los Apóstoles, y les contó en qué forma Saulo había visto al Señor en el camino de Damasco, cómo le había hablado, y con cuánta valentía había predicado en Damasco en el nombre de Jesús. Hablaba también con los judíos de lengua griega y discutía con ellos, pero éstos tramaban su muerte. Sus hermanos, al enterarse, lo condujeron a Cesarea y de allí lo enviaron a Tarso.

Pablo llega a Jerusalén para confrontar su Evangelio con el de los Apóstoles. Mas su fama de perseguidor de la Iglesia le cierra las puertas, hasta que Bernabé lo presenta y les narra la conversión de Pablo y su valentía en anunciar el Evangelio.
Pablo estaba seguro de haber recibido su Evangelio de Jesús resucitado en persona; pero quiso que los mismos testigos de Jesús lo verificaran.
Sorprendente: Pablo es acogido por los que había perseguido a muerte –los cristianos-, pero los judíos helenistas deciden matarlo. Y habría corrido la misma suerte Jesús y Esteban (cuya muerte Pablo había aprobado), si quienes él había perseguido no le hubieran salvado la vida.

Juan 3, 18-24 -  Hijitos míos, no amemos con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad. En esto conoceremos que somos de la verdad, y estaremos tranquilos delante de Dios, aunque nuestra conciencia nos reproche algo, porque Dios es más grande que nuestra conciencia y conoce todas las cosas. Queridos míos, si nuestro corazón no nos hace ningún reproche, podemos acercarnos a Dios con plena confianza, y Él nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Su mandamiento es éste: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como Él nos ordenó.

¡Cuántas personas se atormentan rumiando sus pecados, incapaces de perdonarse y de creer en el perdón de Dios, de pedírselo y acogerlo con gratitud y voluntad de conversión! Conversión a Dios y al prójimo, haciendo lo que a Él le agrada y creyendo en su Hijo.
No creer en el perdón de Dios, es una gran tentación que se ha de vencer buscando sin descanso la paz y la alegría, la oración y perdonando a los demás: “Perdonen y serán perdonados”; pidiendo perdón sinceramente: “Pidan y recibirán”; amando al prójimo con obras concretas: “El amor cubre multitud de pecados”; recurriendo al sacramento del perdón: “A quienes les perdonen, serán perdonados”; deciéndose una lucha leal por salir del pecado y volverse a Dios: “Si ustedes se vuelven a mí, yo me volveré a ustedes”.
                                                                         P. Jesús Álvarez, ssp