Sin el Espíritu Santo
Dios queda lejos; 
Cristo pertenece al pasado; 
el Evangelio es letra muerta; 
la Iglesia, una organización más;
la autoridad, un dominio; 
la misión, una propaganda;
el culto, una antigualla;
el obrar cristiano, una moral de esclavos.
Con el Espíritu Santo
El Cosmos es dignificado por la generación del Reino;
Cristo resucitado se hace presente;
el Evangelio se vuelve fuerza y vida;
la Iglesia realiza la comunión trinitaria y el servicio
liberador;
la misión se hace Pentecostés;
el culto, memorial y participación;
la actividad humana es divinizada.
Ignacio IV Azim, 
Patriarca de la Iglesia greco-ortodoxa.
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