PLAN DE AMOR contra PLAN DE ODIO
Domingo de Ramos-C-24-03-2013
Jesús emprendió la subida
hacia Jerusalén… Los discípulos trajeron entonces el burrito y le echaron sus
capas encima para que Jesús se montara. La gente extendía sus mantos sobre el
camino a medida que iba avanzando. Al acercarse a la bajada del monte de los
Olivos, la multitud comenzó a alabar a Dios a gritos, con gran alegría, por
todos los milagros que habían visto. Decían: "¡Bendito el
que viene como rey en nombre del Señor! ¡Paz en la tierra y gloria en lo más
alto de los cielos!" Algunos fariseos que se encontraban entre la gente dijeron a Jesús: "Maestro, reprende a tus
discípulos." Pero él contestó: "Yo les aseguro que si ellos se callan, gritarán las
piedras." Lc 19, 28-40.
El Domingo de Ramos y el Triduo Pascual nos invitan a tomar en serio
nuestra vida cristiana, verificando si está fundada en la persona de Cristo
resucitado o es una vida sin Cristo, o de un cristo muerto.
Ojalá no imitemos a los judíos que aclamaron a Jesús en el camino hacia
Jerusalén, y a los pocos días pidieron su muerte. También hoy muchos de los que
aclaman hoy a Cristo en las iglesias y procesiones, luego lo crucifican en el
prójimo, en el hogar, en la educación, en el trabajo, en la política, en el
comercio, en los medios de comunicación social…
Es fácil engrosar el grupo de quienes van a las iglesias sólo para
llevarse su ramo bendecido, mágico, pero
luego ignoran a Cristo en el Triduo Pascual, y no creen que haya resucitado y
esté vivo entre nosotros.
Sin embargo, también son muchos los que, en Semana Santa, se acompanan
a Cristo sufriente, muerto y resucitado,
que hoy sigue sufriendo, muriendo y resucitando en los pobres, enfermos,
marginados, encarcelados, víctimas de injusticias, de violencia, de violación, de
hambre y muerte…
Son multitudes los cristos sufrientes, asociados a la cruz de Cristo, que
con él se ofrecen por la salvación del prójimo y del mundo.
¿Somos cómplices de los calvarios de hoy, tal vez en nuestro propio
hogar? Tomemos en serio la palabra de Jesús: “Con la misma medida que midieren, serán medidos”.
Pero si tú mismo estás crucificado, no pierdas esa maravillosa ocasión
de imitar a Cristo en el calvario: asocia tu cruz a la suya por tu salvación
eterna, por la salvación de los tuyos y del mundo entero.
Así la cruz te será más llevadera, como lo fue para el buen ladrón, que
sufría, pero gozaba con el perdón y la esperanza de la resurrección y la
gloria. Hoy estarás conmigo en el
paraíso.
La muerte no es el final de la vida, sino el principio de la vida sin
final. Cruz y muerte abren la puerta luminosa de la resurrección y la vida
eterna, que nos ganó también para nosotros, como éxito total de nuestra
existencia terrena.
Solamente si se
cree en la Resurrección ,
la Semana Santa
es de verdad santa. Toda la Semana santa tiene sentido de Resurrección y de consolidación
de nuestra fe en Cristo resucitado presente.
P.J.
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