Domingo 4º de
Pascua – C / 21-4-2013
47ª Jornada Mundial de Oración por las
vocaciones
En aquel tiempo dijo Jesús: - Mis ovejas
escuchan mi voz y yo las conozco. Ellas me siguen, y yo les doy vida eterna.
Nunca perecerán y nadie las arrebatará jamás de mi mano. El Padre, que me las
ha dado, es más fuerte que todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi
Padre. Yo y el Padre somos una sola cosa. (Jn. 10,27-30).
Las ovejas de Jesús, sus verdaderos seguidores,
conocen, aman, escuchan y obedecen al Buen Pastor, y lo siguen, como las ovejas
escuchan y obedecen a su pastor. A semejanza de las ovejas que están seguras de que el
pastor las llevará por buenos caminos y a buenos pastos, así los verdaderos
cristianos saben que Cristo, Buen Pastor, los llevará por caminos seguros a las praderas
eternas.
Jesús aclara qué significa ser ovejas suyas: escuchar su voz, ser
conocidos y amados por él, conocerlo con un conocimiento amoroso, y seguirlo
como Pastor y Maestro, Camino, Verdad y Vida. "Ésta
es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien Tú has enviado" (Jn 17, 3).
Seguir a Jesús es aceptar su forma de vida, sus sentimientos, sus
criterios, su manera de ser, de pensar, de hacer y de amar. Es aceptarlo y
acogerlo a él como Persona viva, amabilísima, presente y actuante, manteniendo
con él una relación íntima, confiada, asidua, gozosa.
Pero nosotros, abusando de la libertad - don suyo -, podemos abandonar
a nuestro Buen Pastor y extraviarnos con riesgo de perder la vida eterna y de
arrastrar a otros a la perdición. ¡Qué tremenda responsabilidad!
El Buen Pastor ha querido la colaboración de otros “pastores”: el Papa,
los obispos, los sacerdotes, misioneros, diáconos, catequistas, comunicadores,
escritores, autoridades, profesores, padres de familia, amigos. Las ovejas
oirán y seguirán a los pastores cuya voz y conducta reflejen al Buen Pastor. Y surgirán
nuevos pastores que continúen su obra salvífica.
Sólo el Buen Pastor resucitado y presente, puede
dar eficacia de salvación a nuestra vida y muerte, alegrías, sufrimientos,
oración, palabras, acciones, como él asegura: “Yo soy la puerta de las ovejas; quien entra por mí, encontrará pastos;
pero quien entra por otra parte (con otros intereses), es ladrón y bandido” (Jn 10, 1.9). ¡Gran consigna también
para la pastoral vocacional, hoy y siempre!
Por eso la primera tarea y compromiso primordial de los pastores
consiste en estar unidos a Cristo, vivir en Cristo para engendrar a otros para
la vida eterna. En eso consiste el éxito de la vida y misión de los pastores,
pastoras y fieles. Hay que
“oler a oveja” y a la vez “ser buen olor de Cristo”.
A cada uno de
nosotros Dios nos ha asignado una “parcela
de salvación”, para “pastorearla”, empezando por la propia familia, y colaborar
con Cristo en su salvación, mediante la intimidad con Dios, la oración, el sufrimiento
ofrecido, el testimonio, la palabra y la acción. Y que felices podamos orar:
“Te doy
gracias, Pastor bueno, porque me llamas a compartir tu misión redentora. Te
suplico que las ovejas que pusiste a mi cuidado, compartan conmigo tu gloria
eterna”.
P.J.A.
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