ESPIGANDO en la Encíclica LUMEN FIDEI
Jesús se presenta con estas palabras: “Yo he venido al mundo
como luz, y así, el que cree en mí, no quedará en tinieblas” (Jn 12, 46).
Quien cree, ve; ve con
una luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque llega a nosotros
desde Cristo resucitado, estrella de la mañana que no conoce ocaso. (N. 1).
Es urgente recuperar el carácter luminoso propio de la fe…
La característica propia de la luz de la fe, es la capacidad de iluminar toda
la existencia del hombre. (N. 4).
La fe tiene que venir, en definitiva, de Dios. La fe nace
del encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor… (N.4).
La convicción de una fe que hace grande y plena la vida,
centra en Cristo resucitado y en la fuerza de su gracia, animaba la misión de
los primeros cristianos. (N.5).
La Iglesia nunca presupone la fe como algo que se da por
descontado, sino que sabe que este don de Dios tiene que ser alimentado y
robustecido. (N. 6).
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