Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida



En la Casa de mi Padre hay mucho espacio

2Domingo 5º de Pascua- A / 15-5-

Dijo Jesús a sus discípulos: - No pierdan la calma. Crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay mucho espacio; y me voy allá a prepararles un lugar; (si no fuera así, se lo habría dicho). Y cuando se lo tenga pre-parado, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo estoy, estén también ustedes. Para ir a donde yo voy ustedes ya conocen el camino. Tomás le dijo: - Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo podemos conocer el camino? Jesús le respondió: - Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también al Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto. Felipe le dijo: - Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Jesús le replica: - Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre... Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Créanlo al menos por las obras. Les aseguro que quien cree en mí, hará también las obras que yo hago, y aun mayores, porque me voy al Padre. Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi nombre. (Jn 14, 1-12).

Jesús nos invita a la calma, en medio de tantas situaciones que nos desbordan. Y la esperanza de la vida eterna se pierde cuando apoyamos nuestra felicidad y nuestra vida en valores o realida-
des que al final se escaparán de las manos para siempre, como ceniza al aire.

La esperanza en Dios, en la resu-rrección y la vida eterna, cultiva--da con el esfuerzo sincero y permanente para vivir en la presencia acogedora de Jesús Resucitado y presente, nos devuelve la paz, porque esas realidades son infalibles, eternas, y nadie jamás nos las podrá arrebatar. Sólo nosotros podemos prescindir de ellas y perderlas para siempre.

En la Casa eterna de la Trinidad, nuestra Familia eterna de origen y destino, se vive y se goza un amor indescriptible, gozo inmenso; hay lugar para todos, no sólo para “ciento cuarenta y cuatro mil”, sino para “una multitud inmensa que nadie puede contar”, como dice el Apocalipsis (7, 9). Allá está Jesús preparando los puestos para todos aquellos que se esfuercen de veras en seguirlo, imitando su vida y compartiendo con Él su misión salvífica a favor de los hombres. 

Tomás quiere conocer el camino del paraíso, y Jesús le responde entregándonos la mejor definición de sí mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6). Es necesario creer a Jesús como Verdad, amarlo como Vida, seguirlo como Camino. El mejor proyecto de vida cristiana: Vivir en Cristo Camino, Verdad y Vida.

Cristo nos ha abierto el Camino que conduce al Padre, y nos invita a seguirlo tomados de su mano, amando como él ama. Él es “la Verdad que nos hace libres”, felices frente a los falsos valores caducos que nos ofrecen los ídolos del poder, del placer y del poseer, pero que alejan de Dios y del camino que lleva a la vida eterna, la máxima riqueza. Jesús es la Vida de nuestra vida; él injerta su vida divina en nuestra vida humana y la hace eterna. 

Felipe quiere ver al Padre cara a cara, lo cual sólo es posible en la vida eterna. Acá en la tierra tenemos que contentarnos con verle por la fe, abriendo los ojos ante las maravillas que se realizan a diario en la creación, en la historia, en la Iglesia, en el prójimo, en su Palabra en la Biblia, en la Eucaristía, en nosotros mismos. “Felices los que creen sin haber visto” (Jn 20, 29).

Jesús declara que quien crea en Él y lo siga, hará incluso mayores obras que Él; aunque en realidad es Él quien realiza esas obras a través de los suyos. Por ejemplo, él no pudo hablar a millones y millones de personas a la vez, como podemos hacerlo nosotros hoy a través de la prensa, la televisión, la radio, de internet, redes sociales… Por esos medios lanzamos la Palabra de Dios a todo el orbe, a la velocidad de la luz: 7.500 vueltas a la tierra por segundo. La luz corre 300.000 kms. por segundo, si la fuente es verdadera.

Jesús quizás nos reprocha hoy como a Felipe: “Estoy todos los días con ustedes, ¿y no me conocen?” Tal vez no lo tratamos, no nos relacionamos con él como Persona pre-sente y amiga, ni lo amamos ni lo escuchamos, a pesar de ser Él la persona que nos ama más que nadie, sin dejarnos un momento.

Quien cree, espera y ama, hará el bien, tendrá paz en el tiempo, y Jesús lo sentará en su puesto reservado en el banquete eterno en la Casa del Padre. 

P.Jesús Álvarez, ssp
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