Domingo 12º durante el año




¿Todavía  No  Tienen  Fe?

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla”. Dejando a la gente, lo llevaron en la barca en que estaba; otras barcas lo acompañaban. De pronto se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Jesús, entretanto, dormía en la popa sobre un cojín. Y lo despertaron diciéndole: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?” Él se despertó y se puso en pie encarando al viento y dijo al lago: “¡Silencio, cálmate!” El viento se apaciguó y siguió una gran calma. Después les dijo: “¿Por qué son tan cobardes? ¿Todavía no tienen fe?” Pero ellos estaban muy asustados y se decían unos a otros:  “¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?” (Mc 4, 35-40).

La humanidad vive en un mar oscuro y huracanado, donde parece que todos estamos destinados a hundirnos sin remedio, y junto con nosotros la pobre barquilla de la Iglesia, y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad que, a pesar de todo, luchan por un mundo mejor, donde reine la vida y la verdad, la justicia y la paz, la libertad y la solidaridad, la dignidad humana y la alegría de vivir, y de morir para resucitar.
A veces nuestro Salvador parece dormido, ausente, indiferente..., sin embargo, sólo él puede salvarnos en medio de esa horrible tormenta. Jesús parecía dormir indiferente ante la angustia de los discípulos que esperaban lo peor: ser engullidos por las olas. También el Padre parecía dormido ante los sufrimientos de su Hijo, cuando las fuerzas del mal se ensañaron contra él hasta crucificarlo. El mismo Jesús llegó a quejarse: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27, 46).
Pero la victoria del mal fue, es y será sólo temporal y aparente.  El mismo  Dios Padre respondió a la oración de Jesús en el Huerto, no librándolo de la muerte temporal, sino dándole a su Hijo la razón al devolverle la vida mediante la resurrección, que es la victoria total sobre las fuerzas del mal y sobre la muerte. Victoria total de Jesús y sus seguidores, y de todos los que, aunque no lo conozcan, lo imitan pasando por la vida haciendo el bien.
Vivir en medio de este mar tempestuoso exige valentía, fe, amor, esperanza, y optimismo indomable. Exige confiar ciegamente en la palabra infalible de Jesús: “Ánimo, no teman; yo he vencido el mal” (Jn 16, 33) “No teman: yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. (Mt 28, 20).
Es necesario el trato asiduo con Cristo resucitado presente, pues sólo él da sentido de victoria pascual al sufrimiento, a las contradicciones y a la misma muerte. Sólo en la unión con él se puede experimentar su presencia amorosa e invencible, reconociendo y apoyando su acción redentora como guía invencible de la Iglesia, de la humanidad y de la creación, hacia su destino glorioso a través del calvario, de las tormentas, camino de la resurrección y de la gloria eterna.
Nuestro  naufragio total y definitivo sucedería si no vivimos la vida desde la fe en Jesús presente; si vamos tras otros salvadores en quienes ponemos más confianza que en Cristo. “Quien se resista a creer, ya se ha condenado a sí mismo”(Mc 16, 15-20), nos advierte nuestro único Salvador.
Es inútil, pues, perder el tiempo lamentado las crisis religiosas, las tragedias humanas, morales... Lo que procede es encender la luz de la fe y del amor obras en medio de la oscuridad del mal, en vez de lamentarse.
Es necesario, si queremos gozar la victoria de la resurrección. “Quien cree en mí, aunque haya muerto, vivirá” (Jn 11, 25). 
                     Jesús Álvarez ssp



*x*x*x*x*x*x*x*x*x*x*