SANTOS DE AGOSTO

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1 - San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia

Nace en Marianella-Nápoles (Italia) el 27 de septiembre de 1698. Como era de familia noble, realizó sus estudios en casa. A los 12 años entró en la universidad de Nápoles, y a los 16 se laureó con la máxima puntuación en derecho civil y eclesiástico, cuatro años antes de lo señalado por la ley. Después de diez años de éxitos como abogado, se sintió decepcionado en la defensa de una causa con oscuros manejos políticos, y decide hacerse sacerdote. Es ordenado en 1726. Inmediatamente se dedica a los más abandonados y necesitados de ayuda espiritual, y recorre sin descanso pueblos y aldeas perdidas en varias regiones, donde el clero no llega. Y para lograr que su obra social y evangelizadora llegue también allá donde no podría llegar su voz, incluso después de su existencia terrena, en el 1732 funda la congregación del Santísimo Redentor (redentoristas), y se dedica a escribir, dejando 111 obras, alguna de las cuales alcanza cientos de ediciones. Es elegido obispo de Santa Águeda de los Godos en 1762; pero a los 13 años renuncia por enfermedad. Y en 1787 pasa al paraíso. Su obra continúa hoy con más de 5.600 discípulos en más de 60 naciones.


2 San Eusebio de Vercelli, obispo

Vivió en el siglo IV. Natural de Cerdeña, Italia. Niño aún, queda huérfano de padre. Su madre lo lleva a Roma, y el Papa Liberio lo toma bajo su protección. Crece y se forma entre ejemplos de vida cristiana y caridad. Se hace monje en la Tebaida. En el 340 es elegido obispo de Vercelli. Se hace gran defensor de la fe contra los arrianos, que terminaron consiguiendo su destierro. Regresado a Vercelli, falleció en el 371.



4 – San Juan María Vianney, sacerdote


Nace en Dardilly, Francia, el año 1786, en una familia campesina. De niño hace de pastor. La revolución francesa origina la persecución religiosa. A los 13 años recibe la primera comunión en una cabaña de paja. Viendo el heroico ejemplo de los sacerdotes, inicia la carrera sacerdotal. A pesar de las graves deficiencias en los estudios, es ordenado casi por compromiso en 1815. En 1818 lo envían a Ars, pueblo pobre, abandonado, sucio, también moral y espiritualmente. La gente lo recibe con indiferencia, y muchos con abierto desprecio. Empieza reparando la iglesia medio derruida. Se dedica a visitar los hogares, enseñar catecismo, bautizar, preparar a chicos y grandes para la primera comunión, llevar los sacramentos a los enfermos... De día hace el mensajero del Evangelio, y de noche estudia, lee y ora. Al principio a la misa dominical sólo van mujeres y niños. Pero luego van entrando también los hombres. Y empiezan a decir: “Estamos codo a codo con un santo”. Vive en gran pobreza y en dura lucha contra las fuerzas del mal. A partir del 1827 comienza el desfile hacia Ars de unos 20.000 peregrinos por año, para ver al cura de Ars y confesarse con él. Tenía el don de profecía y de clarividencia. Es el apóstol de su siglo. Pasa a la gloria eterna el 4 de agosto de 1859, diciendo: “¡Qué dulce es morir cuando se ha vivido sobre la cruz!” La Iglesia estableció en esta fecha el día del párroco.

5 – Dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor

Según una leyenda, un matrimonio rico, cristiano y romano, Patricio, y su esposa, celebraban los 20 años de casados, y no tenían hijos. En la circunstancia declararon heredera de sus bienes a la Virgen María. Y ella, en el caluroso mes de agosto, les manifestó: “Vayan al Monte Esquilino, y donde vean nieve, me levantarán un templo. Es lo que pido como heredera de sus bienes”. Por eso la basílica se la llama también “Nuestra Señora de las Nieves”. Es la primera iglesia de Roma dedicada a la Virgen María. Es la Iglesia más bella de Ciudad eterna y su campanario es el más alto.

6 – La Transfiguración del Señor

Es un anticipo de la gloria que Cristo gozará en la casa del Padre, hacia la cual se encamina a través de la muerte, de la resurrección y de la ascensión. El cuerpo de Jesús brilla con esplendor que tendrá una vez resucitado y glorificado, y quiere testigos de esta experiencia a los tres discípulos preferidos, para fortalecer su fe en su divinidad ante el final de su vida terrena a través de la pasión y de la muerte. El recuerdo de la transfiguración dio también fortaleza a Jesús en la agonía del huerto, en la subida al calvario y en la cruz. Esta experiencia de Jesús es para nosotros una preciosa enseñanza: ante el sufrimiento, la agonía y la muerte, la fortaleza nos vendrá de la esperanza en la resurrección. La voz del Padre: “Este es mi Hijo predilecto; escúchenlo”, preanuncia la adopción filial divina de quienes, escuchando y siguiendo al Hijo de Dios, se hacen hermanos y colaboradores suyos para compartir su resurrección y su gloria eterna. “Donde yo estoy, quiero que estén también ellos”, pide Jesús al Padre. La transfiguración confirma la confesión de Pedro: “Tú eres el Cristo, Hijo del Dios vivo”, y anuncia la segunda venida gloriosa de Jesús: “El Hijo del hombre vendrá en la gloria del Padre”. El coloquio con Elías y Moisés versa sobre la pasión, muerte, resurrección y ascensión de Jesús.

7 - San Cayetano, sacerdote

Nació de la noble familia de los Thiene, en Vicenza, Italia, en 1480. Ya de pequeño frecuentaba las iglesias y atendía a los pobres. Se laureó en Derecho a sólo 24 años, y se puso al servicio de la Iglesia, pero no se sentía digno del sacerdocio. En 1506 se trasladó a Roma, y fue nombrado secretario particular del papa Julio II. En 1516, con 36 años, aceptó ser ordenado sacerdote. Después de su trabajo en la curia, visitaba los hospitales. Fue restaurador de la vida sacerdotal y religiosa, inspirándose en las bienaventuranzas. Junto con el cardenal Caraffa (luego Paulo IV), fundó los teatinos o clérigos regulares, con el fin de formar y dar a la Iglesia sacerdotes que vivieran conforme a la norma de los Apóstoles. Fue el primer superior general de su congregación. Falleció en Nápoles en 1547.

8 – Santo Domingo de Guzmán, sacerdote

Domingo nace en Caleruega-Burgos (España) en el 1170, de la noble familia de los Guzmán. Se cuenta que su madre, la beata Juana de Aza, estando embarazada de él, profetiza: “Mi hijo será fiel a la fe y llevará en alto, como una antorcha, la doctrina de Cristo, que hará conocer a los hombres de todas las razas”. Y así fue y sigue siendo hoy. Desde muy joven entra a formar parte de los canónigos regulares. Tenía una grande y tierna devoción a la Virgen María, y a él se debe la formulación del Rosario, como hoy lo rezamos. En el 1203 viaja por Francia, y constatando los estragos que en la fe del pueblo hacen los herejes albigenses, decide fundar una orden consagrada a la evangelización según la verdadera fe. Y en 1215 funda la orden de los frailes predicadores, hoy dominicos, que se extiende rápidamente por toda Europa. En 1510 los dominicos llegan a América Latina. Los hijos de santo Domingo cumplen en la Iglesia una gran labor evangelizadora, que abarca diversas áreas: enseñanza, medios de comunicación, obras sociales, y sobre todo la promoción de la justicia y la paz, valores del reino que están al centro de su misión. Domingo, agotado por el trabajo apostólico y extenuado por grandes penitencias, moría el 6 de agosto de 1221, en su amado convento de Boloña (Italia), rodeado por su frailes, en una celda que no era suya, pues él, Fundador, no tenía celda.


9 – Sta. Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), virgen y mártir.

Edith Stein nace en Wroclaw, Polonia, el 22–10-1891, de familia hebrea alemana. A los 14 años se declara atea. Estudia filosofía y llega a ser una brillante catedrática. En el 1921 se convierte al catolicismo leyendo la Vida de santa Teresa de Ávila. Dice ella misma: “Tomé el libro..., comencé a leer y no pude ya dejarlo hasta terminarlo. Al cerrarlo, me dije: esta es la verdad”. Descubre que la verdad no es una idea, sino una persona: Cristo resucitado. El 22–01-1922 recibe el bautismo católico y el 16-07-1933 entra en el convento carmelita de Lindenthal. El 21-04-1938, profesa con el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz, en honor a la santa de su conversión. El 9 de agosto de 1942 entra, con muchos otros, en la cámara de gas, sellando su santa vida con el martirio. Juan Pablo II, al canonizarla el 11-10-1998, declara: “Es una personalidad que lleva en su intensa vida una síntesis dramática de nuestro siglo”.

10 – San Lorenzo, diácono y mártir.

Nace en la primera mitad del siglo III. Huesca, Valencia y Córdoba (España) se disputan su cuna. Muy joven viaja a Roma, y el Papa Sixto II lo nombra su primer diácono administrador. En el 257 el emperador Valeriano desata una cruel persecución. Sixto es conducido a la cárcel. Por el camino le sale al encuentro Lorenzo y el Papa le dice: “A ti, hijo mío, te aguardan más rigurosos suplicios y más gloriosa victoria. Anda a repartir a los pobres los tesoros de la Iglesia”. Pasa toda la noche repartiendo a los pobres los bienes que administraba. Al día siguiente, cuando llevan a Sixto para degollarlo, Lorenzo le dice que ha cumplido sus órdenes repartiendo los bienes. Los guardias, al oírlo, informan al prefecto, que pretende hacerse esos tesoros. Lorenzo le pide tres días para juntarlos y llevárselos. El diácono, con una procesión de pobres, ciegos, cojos, mancos a quienes había socorrido, se presenta al prefecto diciendo: “Estos son los tesoros de la Iglesia”. Al sentirse burlado, el gobernante ordena someterlo a crueles suplicios. Lorenzo no lanza ni un solo lamento. Por fin lo acuestan sobre una parrilla al rojo vivo. Tampoco muestra signos de dolor, y reta al tirano: “Ya estoy asado por una parte; que me den vuelta y come”. Por fin expira exclamando: “Gracias te doy, Señor y Dios mío, porque me has concedido entrar por las puertas de tu bienaventuranza”. Era el 10 de agosto del 258. San Lorenzo es uno de los mayores y más célebres mártires de la Iglesia.

11 – Santa Clara, virgen

Nace en el 1193, en Asís, Italia. Es rica, bella, hija de un conde. Tiene once años cuando su paisano Francisco deja la casa y la herencia paterna para consagrarse a Cristo en pobreza. Pero ya admira y quiere seguir a Francisco. Y a los 18 años abandona el palacio de sus padres y se presenta en la iglesia de Santa María de los Ángeles, donde la espera Francisco y varios frailes seguidores suyos que, como ella, han creído que hay mayor felicidad en la pobreza que en la riqueza. El Pobrecillo le corta la hermosa cabellera y le viste el sayal franciscano. Y así queda convertida en la primera “pobre dama”. Era el 18 de marzo de 1212. Clara contagia la vocación a su hermana Inés y a otras dieciséis jóvenes más, y con ellas comienza la primera comunidad de clarisas, “pobres damas”. Clara visita los hospitales, sale a pedir limosna, y en el convento realiza las más humildes labores. Es modelo en todo. Y corren sus años con una vida admirable. Al fin enferma, el verano de 1253, estando ella en el lecho de muerte, la visita el mismo Papa Inocencio IV y la bendice. El 11 de agosto del mismo año, mientras sus monjas la rodean en silencio, pasa a la patria eterna diciendo: “Oh, Señor, te alabo y te glorifico por haberme creado”. Su biógrafo Tomás Celano escribe: “Clara por su nombre; más clara por su vida; clarísima por su muerte”. Fue canonizada a sólo dos años de su muerte, por Alejandro IV.

12 - Santa Juana Francisca de Chantal, religiosa

Natural de Digione, Francia (1572-1641). Es de una familia de magistrados y a 20 años se casa con el barón de Chantal. En el noveno año de matrimonio feliz, con 28 años y cuatro hijos, su marido muere en un accidente de cacería. Juana Francisca está al borde de la desesperación. Pero con su fe y la ayuda de san Francisco de Sales, su guía espiritual, se recobra la paz. En el 1610, dejando bien situados a sus hijos, bajo sugerencia del santo, funda la congregación de la Visitación, dedicada al servicio de los enfermos. A su muerte, las casas de la Visitación eran ya 74, casi todas fundadas por ella.

13 – San Ponciano, papa, e Hipólito, mártires

Ponciano fue elegido papa en el 231. El sacerdote radical Hipólito, que se había opuesto a la elección de varios papas, provocó un cisma en el pueblo de Roma al aceptar ser nombrado papa inválidamente por sus partidarios, y se opuso también a la elección de Ponciano. Al ser proclamado emperador Maximino, se encuentra frente a una Iglesia dividida con dos papas, y los condena ambos a trabajos forzados en las minas de Cerdeña. Ponciano renunció al papado e Hipólito declaró a sus partidarios que Antero, sucesor de Ponciano, era el verdadero papa, con lo cual terminó el cisma en la Iglesia de Roma. San Ponciano fue el primer papa exiliado y también el primer papa que renunció al pontificado. En el mismo destino de sufrimiento y destierro, Ponciano e Hipólito, ejemplarmente reconciliados, sufren juntos el martirio en el año 235. Sus cuerpos fueron transportados a Roma.

14 – San Maximiliano María Kolbe, sacerdote y mártir

Maximiliano María (de bautismo Raimundo) nace el 1894 en Zdunska Wola, Polonia, de una familia pobre, pero rica de fe y patriotismo. Ya de joven se propuso luchar por una patria libre. Su capacidad matemático-física lo abocaba a una brillante carrera científica. Hasta proyectó un vehículo espacial. Pero terminó decidiéndose por la vida religiosa franciscana. Todavía clérigo en Roma, en 1917, fundó el movimiento apostólico Milicia de María Inmaculada, que en su vida alcanzó un millón de miembros, y a su muerte se triplicó. Fue ordenado sacerdote en 1918. Y se comprometió a “ser santo, y cuanto mayor santo posible” por la unión con Cristo crucificado y resucitado, a quien pedía “amar hasta convertirse en víctima”. Entre los medios de evangelización dio preferencia los medios masivos de comunicación social, como los más eficaces en la evangelización. Fundó un periódico mensual de casi un millón de ejemplares, un cotidiano y una emisora, operando desde un convento erigido con el nombre de Niepokalanów (Ciudad de la Inmaculada). Su obra se extendió por otras naciones y él mismo fue a fundarla en Japón. Maximiliano soñaba con el martirio por amor a Dios y por la salvación de los hombres. Y el martirio llegó: deportado al campo de exterminio de Auschwitz en 1941, se ofreció a morir en lugar de un padre de familia. Por dos semanas sufrió el tormento del hambre y de la sed con otros nueve condenados, a los que animaba en los sufrimientos. Fue rematado con una inyección de veneno que lo envió al cielo el 1 de agosto de 1941. A su beatificación en 1971 asistió el hombre por él salvado, Francisco Gajowniczk. Juan Pablo II lo canonizó en 1982.

15 - Asunción de la Virgen María

Santa Isabel ensalzó a la Virgen María por el prodigio realizado en ella: la encarnación del Hijo de Dios, el Salvador del mundo; y Dios la ensalzó a los cielos porque ha creído en el mensaje del ángel sobre la promesa de la salvación universal por obra de su Hijo; quien la ensalzó también por haberle dado la vida humana y haber compartido con él las alegrías y las penas, las persecuciones y la pasión.
Y nosotros ensalzamos a la Virgen María con la fiesta de la Asunción, porque Dios la elevó a la gloria del cielo en premio de su fe y de su fidelidad. Y la constituyó reina de cielos y tierra, y madre de la misericordia, madre nuestra.
Si Dios ama, venera y exalta de manera tan extraordinaria a Madre de Jesús, ¿cómo no amarla y glorificarla nosotros, que de él la hemos recibido también como Madre? Amar y celebrar a María no supone disminuir al Hijo. Quien ama al Hijo, ¿cómo podrá no amar a su Madre? Y quien menosprecia a la Madre, no aprecia ni ama de verdad al Hijo.
Los católicos no ponemos a María a la par o por encima de Jesús: no le damos un culto de adoración que sólo a Dios se debe, sino un culto de veneración. Quienes la adorasen como se adora a Dios, ofenderían a la Trinidad y a la misma Virgen María.
Hoy es un día especial para felicitar a nuestra Madre María por el triunfo que Jesús le concedió sobre la muerte y por el aniversario de su nacimiento a la vida eterna. Y es un día para felicitarnos a nosotros, porque su Asunción es la garantía de que Dios desea que compartamos el mismo destino de nuestra Madre celestial. Nuestro cuerpo ha sido consagrado por el bautismo como templo de la Trinidad, y no será destruido por la muerte, sino que Cristo resucitado lo convertirá en cuerpo glorioso como el suyo.
El destino definitivo de nuestro cuerpo no es el sepulcro ni una absurda reencarnación indefinida. Del cuerpo físico Dios hará surgir milagrosa y súbitamente un cuerpo glorioso, a semejanza de como la semilla que se pudre bajo tierra para dar vida a una planta muy superior a la semilla sembrada.
Maria engendró al Hijo de Dios, que hizo posible lo humanamente imposible. Y desde entonces los hombres podemos trabajar esperanzados por lo que parece imposible, pero que es necesario: la solidaridad y fraternidad universal, la resurrección y la gloria, como María y en unión con el Resucitado.
La devoción a María consiste en imitarla, estarle agradecidos, amarla e invocarla, porque ella fue llamada a colaborar directamente con su Hijo en la obra de nuestra salvación, y subió al cielo para continuarla desde allí con su intercesión. Y nosotros estamos llamados a seguir sus pasos en la obra de la salvación propia y ajena, con destino al paraíso junto a ella.

16 – San Esteban, rey de Hungría

Vaik es hijo del duque Geza. Es bautizado por san Adalberto el mismo día que su padre, entre los años 973-974, y toma el nombre de Esteban. Desde niño recibe una esmerada educación cristiana. Muerto su padre, es consagrado rey de Hungría en el año 1000, con la corona real que le envía el papa Silvestre II, dándole el título de “rey apostólico”. Une las 39 comarcas de Hungría en un solo reino independiente. Continúa la obra de difundir la fe cristiana iniciada por su padre, y con ese fin crea de inmediato una organización de obispados y monasterios, y cuida personalmente la formación y disciplina del clero, con el apoyo de los benedictinos de Cluny. Echa así los fundamentos de una sólida cultura cristiana, tarea que le gana durísimas resistencias. Se casa con la princesa Gisela de Baviera, que lo apoya en todas sus nobles tareas. De ella tiene un solo hijo, Emerico, que muere muy joven y luego será canonizado junto con su padre en el 1083. Esteban pasa a poseer el reino eterno en 1038, en la fiesta de la Asunción de María, a quien él veneraba y amaba tiernamente.

18 - San Alberto Hurtado, sacerdote

Natural de Viña del Mar (Chile), donde nace en 1901. A los cuatro años queda huérfano de padre. Trabaja duro con su madre para sobrevivir. Su vocación: ser jesuita. Una beca hace posible su sueño. Consigue laurearse en 1923 y hace el noviciado en Córdoba (Argentina). Estudia filosofía y teología en España y Lovaina (Bélgica), donde es ordenado sacerdote en 1933. Vuelto a Chile, en 1944 funda, para los más necesitados, el Hogar de Cristo, que hoy cuenta con 13 centros en el territorio chileno y se extiende por varias naciones. El lema del P. Hurtado: “Contento, Señor, contento”, lema que confirmaba con su permanente sonrisa. En plena actividad, en 1952, a 51 años, un cáncer cambia su jovial existencia terrena por la existencia gloriosa del cielo.

19 –San Juan Eudes, sacerdote

Nace en Ri (Francia) en el 1601. Recibe de sus padres una gran devoción a la Virgen María, a quien se lo habían pedido, pues no tenían hijos. En el 1625 es ordenado sacerdote y enviado a Normandía, se dedica a la predicación por las parroquias y al cuidado de los afectados por la peste recién desencadena, que lo contagia, pero se cura. Funda la congregación de Ntra. Sra. de la Caridad del Refugio para la recuperación de jóvenes y mujeres de la calle. De esta congregación surgirá más tarde, por obra de santa Maria Eufrasia Pelletier, la congregación del Buen Pastor. Al constatar la ignorancia y relajación del clero, funda la congregación de Jesús y María (Eudistas), con la misión de abrir seminarios y dar adecuada formación a los seminaristas. Él mismo abre seis seminarios en sendas ciudades francesas. Muere en su seminario de Caen (Francia) en el 1680. Es el primero y más apasionado apóstol y doctor de la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y de María.

20 – San Bernardo, abad y doctor de la Iglesia

Bernardo nace en Borgoña (Francia) en el 1090, hijo del conde de Fontaines. A los 21 años, en el 1112, abandona padres, bienes, señorío..., y pide ser admitido en el monasterio del Císter. Pero no va solo: lleva consigo a 30 amigos que han optado, como él, por la vida monástica. Cinco años después se encarga de fundar el monasterio de Claraval. La fama de esta fundación crece de tal forma que en poco tiempo reúne alrededor de 500 monjes, y de allí parten nuevos grupos para fundar monasterios en los diversos países. Cada vez que sale del monasterio, retorna con nuevos aspirantes. Realiza una obra ingente. Es el orador, el escritor y el árbitro del siglo. Se encara con abades, obispos, reyes y pontífices. Ama la soledad, pero el amor a la Iglesia y al pueblo lo lanzan a los pueblos, a las ciudades, a las cortes, a los concilios... En su ingente actividad solía decir: “Los negocios de Dios son mis negocios; nada de cuanto le atañe me es ajeno”. Frente al acoso de los filósofos respondía: “Mis maestros no son los filósofos, sino los apóstoles”. Siempre de salud frágil a causa de las austeridades y la desbordante actividad, pasa la descanso eterno en el 1153.

21 –San Pío X, papa

José Melchor nace en Riese (Italia) el año 1835, de familia humilde. Recibe la comunión a los 11 años, y muy pronto se siente llamado al sacerdocio. Su párroco le consigue una beca para estudiar en el seminario de Padua. Se destaca por su aplicación y conducta. En 1858 recibe la ordenación sacerdotal. Luego desempeña diversos cargos, curiosamente todos ellos de 9 años de duración: vicepárroco en Tómbolo, párroco en Salzano, canónigo en Treviso y director espiritual del seminario, obispo de Mantua, patriarca de Venecia y cardenal, hasta que en el 1903 es elegido papa, sucesor de León XIII, con el nombre de Pío X. Es el único cargo en que permaneció 2 años más que todos los anteriores. Es uno de los grandes papas. Su lema es: “Restaurar todo en Cristo a fin de que Cristo sea todo y esté en todo”. Se le llama el Papa de la Eucaristía, por su recomendación de comulgar con frecuencia e incluso a diario. Adelanta la edad de la primera comunión de los 12 a los 7 años. Promociona la catequesis y escribe el luego llamado Catecismo de Pío X. Corren tiempos difíciles para la Iglesia; pero él sentencia: “No podemos temblar por el futuro de la Iglesia. Su fuerza es divina... y contamos con la experiencia de siglos”. Pasa al banquete eterno el 20 de agosto de 1914. Ostentó la triple corona de la pobreza, la humildad y la bondad.

22 – Santa María Reina

Esta fiesta fue instituida en 1955 por Pío XII. Pero María no es reina al estilo humano. Ella misma se proclamó la sierva del Señor y pasó toda su vida humildemente oculta. Es Reina porque es Madre del Rey del universo, quien dijo que su “reino no es de este mundo” y que “no vino para ser servido, sino para servir”. Pío XII, al coronar a la Virgen de Fátima, dijo que es “Madre y servidora del Rey de los mártires”. En la oración de la Salve la llamamos “Reina y madre de misericordia”, y las letanías proclaman sus verdaderas prerrogativas de Reina: “Reina de los ángeles, de los patriarcas, de los profetas, de los apóstoles, de los mártires, de los confesores, de las vírgenes, de los santos; Reina concebida sin pecado original, Reina elevada a los cielos, Reina del santo rosario, Reina de la paz”. Y en el quinto misterio glorioso se afirma que fue “coronada por la Santísima Trinidad como Reina de cielos y tierra”. Prerrogativas que poco o nada tienen que ver con las reinas, reyes y reinos de este mundo. La constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II dice: "María fue asunta a la gloria celeste y fue ensalzada por el Señor como Reina universal con el fin de asimilarla de forma más plena a su Hijo". Y como suprema Reina nuestra se merece todo respeto, veneración y amor sincero y sin límites.

24 – San Bartolomé, apóstol

Se llamaba Natanael, nacido en Galilea. Es una vocación del ya discípulo de Jesús, Felipe, quien le anuncia que han encontrado al Mesías esperado; y ante su incredulidad, se limita a invitarlo a encontrarse con Jesús: “Ven y verás”. He aquí el modelo de la verdadera pastoral vocacional: contar la propia experiencia de Cristo, y a la vez invitar a tener y facilitar la viva experiencia personal de Jesús Resucitado, a estar y tratar con él. Y lo mismo se diga de la vocación cristiana, la de vivir en Cristo. Natanael se convirtió en el sexto discípulo de Jesús. Luego en los evangelios aparece con el nombre de Bartolomé. Fiel amigo del Maestro, según la tradición predicó el Evangelio en la India, en Mesopotamia, Irán y Armenia, donde, por orden del rey Astiagés, fue desollado vivo y luego decapitado el año 71, en la ciudad de Albanópolis. Sus restos, después de haber sido llevados a Sicilia y a Benevento (Italia), fueron trasladados a Roma en el año 1000, a la iglesia que lleva su nombre.

25 – San José de Calasanz, sacerdote

Nació en Peralta de la Sal - Aragón (España), en el 1557. Ordenado sacerdote en 1592, ejerció en su patria y luego se trasladó a Roma. Visitando un barrio bajo, constató la infeliz vida de aquellos niños y jóvenes pobres, y escuchó en su interior: “Para ti queda reservado el cuidado de los pobres”. Fundó la primera escuela gratuita de Europa para la formación de los niños y jóvenes sin recursos. Reunió un grupo de apoyo, que luego se convirtió en la congregación de las Escuelas Pías o Escolapios. Pasó a la eternidad el año 1648.


26 – Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars, virgen

Nació en Aytona (Cataluña, España) en 1843. Se tituló como maestra, y su tío carmelita, Francisco Palau y Quer, la invitó a colaborar en la fundación de las Terciarias carmelitas, y en el 1862 se unió a las doce jóvenes reunidas por su tío. Pero. deseosa de mayor perfección, ingresó en las Clarisas, mas una enfermedad la obligó a volver a su casa. En el 1872, habiendo muerto su tío, conoció al sacerdote Saturnino López Novoa, que estaba iniciando una congregación de religiosas dedicadas a la asistencia espiritual y humana de los ancianos desamparados, e invitó a Teresa a formar parte del primer grupo del Instituto. Aceptó gustosa y en el 1872 vistió el hábito y fue nombrada directora. En el 1873 el arzobispo de Valencia aprobó las Constituciones y confirmó a Teresa como superiora de las Hermanitas de los ancianos desamparados. Enferma de gravedad, murió en Liria (Valencia) en el 1897, dejando fundadas 103 casas de atención a los ancianos. Fue canonizada por Pablo VI el año 1974.

27 – Santa Mónica

Es natural de Tagaste (norte de África), donde nace el año 332. Ya de pequeña se destaca por su piedad y caridad. La mayoría de los habitantes de Tagaste son paganos. Ante esa realidad, Mónica promete: “Mi esposo será Jesucristo”. Pero sus padres la casan con el noble joven Patricio, pagano despótico, descreído, irascible. Matrimonio difícil para Mónica. Sin embargo ella, tras años de mansedumbre, paciencia, humildad y obediencia heroica, llega al corazón del esposo, que se convierte y muere como buen cristiano. Tienen dos hijos y una hija. Ésta y el hijo menor son su consuelo. Mas el hijo mayor, Agustín, por su vida licenciosa y por su afiliación con los herejes maniqueos, constituye la cruz de Mónica. La infatigable madre lo aconseja, ora y sufre por él, y pide a sus familiares y amigos que hagan lo mismo. Un día Agustín desaparece de casa. Siguen días de angustia para Mónica. Pero en sueños Jesús le dice: “Tu hijo no se perderá: donde tú estés, estará él”. Sale de Tagaste hacia Italia en busca de Agustín y lo encuentra en Milán, donde se convierte a la fe cristiana y es bautizado por san Ambrosio. De allí ambos marchan a Roma. El año 387, encontrándose en Ostia (Italia), para regresar a Tagaste, Mónica se enferma y, antes de embarcar, muere feliz en los brazos de su Agustín, diciendo: “¿Para qué vivir más? Dios me ha escuchado: ya eres cristiano”.

28 - San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia

El año 354 nace en Tagaste (África) de la “cristianísima” Mónica y del “paganísimo” Patricio. Ya de niño revela un talento excepcional. A los 16 años iguala en saber a sus maestros de Madaura. Regresado a Tagaste, se entrega a una vida licenciosa. Tiene un hijo, Adeodato, que se muere en tierna edad. Pasa a Cartago, para estudiar literatura y filosofía. Cansado de los cartagineses, viaja a Roma en contra de las súplicas de su madre. En Roma abre una escuela con la ayuda de los maniqueos, que lo defraudan con su conducta doble. Sufre una gravísima enfermedad que lo pone en peligro de muerte. Curado, en el 384 viaja a Milán, para ocupar la cátedra de retórica. Sigue debatiéndose entre el ansia de sabiduría y el goce desenfrenado. Pero se encuentra y trata con el obispo san Ambrosio. Su madre lo busca y lo halla en Milán, y con sus oraciones y el apoyo del santo obispo, el espíritu de Agustín se llena de luz y paz. En el 387 recibe el bautismo a manos de Ambrosio. Al morir Mónica en Ostia, Agustín regresa a Tagaste en el 388, reparte sus bienes a los pobres y se da a una vida austera de oración y estudio. Ordenado sacerdote, debe aceptar el obispado de Hipona en el 396. De su pluma salen obras extraordinarias, entre las que destacan sus Confesiones y La ciudad de Dios. Agustín, una vez tan fascinado por la belleza humana, así oraba a Dios: “Tarde te amé, oh Belleza tan antigua y tan nueva; tarde te amé. Tú estabas dentro de mí y yo estaba fuera, y allí te buscaba...Te he gustado, y ahora tengo hambre y sed de ti” (Confesiones). Es uno de los cuatro grandes padres de la Iglesia. El 28 de agosto del 430, agradecido a tanto amor de Dios, viaja al paraíso.

29 – Martirio de san Juan Bautista

La fiesta del Martirio de san Juan Bautista aparece ya en el siglo VI en el Martirologio Romano, y corresponde al segundo hallazgo de la cabeza del santo, que en esa ocasión se transportó a la iglesia de san Silvestre en Roma. A parte de estas referencias históricas, tenemos las narraciones de los evangelistas san Lucas, que habla de su nacimiento, vida en el desierto y predicación, y san Marcos, que refiere su martirio. Hacia el año 27 ó 28 antes de Cristo, Juan está en el desierto, donde lleva una vida austera, según las reglas de los nazarenos, e inicia su misión de Precursor invitando al pueblo a preparar los caminos al Mesías mediante la conversión sincera. Se dirige a todas las clases sociales, suscitando el entusiasmo del pueblo y el rechazo de los fariseos, a quienes les echa en cara su hipocresía. Algunos empiezan a decir que podía ser el Mesías esperado, pero él lo niega rotundamente, declarando la superioridad de éste y no considerándose digno ni siquiera de desatarle las sandalias. Cuando Jesús se le acerca para que lo bautice, se lo señala a sus discípulos: “Ése es cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. “Ahora mi alegría es completa; él debe crecer y yo disminuir”. De hecho, sus mejores discípulos terminan yéndose con Jesús. Y “el más grande los profetas” se eclipsa frente a Cristo, sol de justicia, y sella su misión de Precursor siendo encarcelado y decapitado a causa de la instigación de Herodías, que lo odia por haber cuestionado su matrimonio adúltero con el tetrarca Herodes, hermano de su marido Felipe. Así, en silencio, da la vida por su misión el último profeta del Antiguo Testamento y primer apóstol del Nuevo. Era el año 31.

30 – Santa Rosa de Lima, virgen

Es la primera santa Latinoamérica. Nace en Lima (Perú) el 20 de abril del 1586. Es la décima de trece hijos de una noble familia venida de España. Su padre Gaspar Flores y su madre María de Oliva la bautizan con el nombre de Isabel. Pero su niñera, la india Mariana, impresionada por su belleza, exclama: “¡Eres bella, eres rosa!”. Y con el nombre de Rosa se quedó. Recibe la Confirmación de manos del arzobispo de Lima, el español santo Toribio de Mogrovejo, y añade a su nombre “de Santa María”, por el tierno amor que tenía hacia la Virgen, la cual le concedió la alegría de estrechar entre sus brazos al Niño Jesús. Su rica familia sufre un revés financiero y sobreviene la pobreza. Rosa apoya con su trabajo, en especial de recamo y cultivando la huerta. Desea consagrarse en la vida claustral, pero el Señor le da a conocer su voluntad de que permanezca en la familia llevando una vida penitente y de oración continua en la sencillez de la vida laical. Toma por modelo a santa Catalina, y se inscribe, como ella, en la Tercera Orden dominicana. Pide le construyan una celdita en el huerto para orar y contemplar a solas. Desde allí presencia misas que se celebran en varias iglesias de la ciudad. Prepara la mejor sala de su casa señorial para acoger a enfermos desahuciados de los hospitales, los atiende y Jesús Niño, cuya estatua sigue en la misma sala, se los cura milagrosamente. Por eso le llama el Doctorcito. Ante el peligro de que Lima fuera arrasada por los piratas, se echa al suelo de la Capilla del Rosario, suplicando a la Virgen que libre del desastre a la ciudad, y el caudillo pirata retira sus huestes enfermo de malaria. Tiene visiones místicas, bilocación, hace milagros... Comparte los sufrimientos de los indios marginados y maltratados. Y soporta durante 15 años el sufrimiento de la “noche oscura”. Es contemporánea y vecina de san Martín de Porres. En el 1614 la obligan a retirarse a la vivienda de la noble señora María Ezategui, donde, con 31 años, se apaga diciendo: “Éste es el día de mis bodas eternas”. Es el 24 de agosto del 1617.

31. San Ramón Nonato, religioso

Era de Portell (Lérida, España). En el 1204 fue extraído del vientre de su madre muerta; de ahí el nombre de Nonato. San Pedro Nolasco lo admitió en su orden de la Merced, recién fundada para redimir a los cautivos. Ordenado sacerdote, Ramón juntaba dinero y joyas con que pagaba centenares de rescates de esclavos de los árabes. Al fin se ofreció a sí mismo como rescate, padeciendo crueles tormentos, incluyendo un candado en sus labios perforados a fuego para que dejara de predicar. Liberado, regresó a España, y fue llamado a Roma por el Papa Gregorio IX, que lo nombró cardenal, pero durante el viaje, a causa de violentas fiebres, pasó a la eterna libertad en 1240. Es patrono de las parteras.