Virgen de la Anunciación y San Gabriel Arcángel

Estos dos institutos están asociados a la Sociedad de San Pablo, cuya espiritua-lidad y misión carismáticas comparten, y de ella reciben acompañamiento per-sonalizado.

Los miembros de ambos institutos, respondiendo a la llamada
divina, profesan los consejos evangélicos de obediencia, castidad y pobreza, concebidos y vividos como la mayor libertad, el mayor amor y la mayor riqueza.

"Ustedes serán laicos, sin ninguna señal o distintivo religioso; vivirán en su familia, actuarán en la escuela, en los despachos, en las fábricas, y serán testigos de Cristo al interior de estas instituciones, pero serán consagrados… Serán 'sal', ’luz’ y 'levadura' en el mundo contempo-ráneo…” (Bto. S. Alberione, fundador).

Tratan de ser sal, luz y levadura en medio del mundo, con una intensa vida interior, centrada en Cristo Maestro, Camino, Verdad y Vida, mediante su Palabra y la Eucaristía, donde reciben la fuerza para “contribuir a salvar a la humanidad del materialismo y del ateísmo”, en expresión del Fundador. “Vivir a Cristo y darlo a los hombres”, es la síntesis de la vida consagrada y de su misión.

El Instituto masculino San Gabriel Arcángel (gabrielinos) toma el nombre del arcángel de la Anunciación, patrono de los medios comunicación social, en relación a la misión apostólica: llevar el mensaje de la salvación a todos los hombres con los medios de hoy, según las posibilidades de cada cual.
Los miembros de Instituto Virgen de la Anunciación (anunciatinas), modelan su vida sobre María de Nazaret, la Virgen de la Anunciación que, en la sencillez de su vida cotidiana, se dejó poseer y transformar por el Espíritu Santo, acogió a Jesús en su persona y lo dio al mundo para la salvación de los hombres. Como María, las anunciatinas ponen su vida al servicio del Evangelio para dar a Cristo al mundo.


Condiciones de admisión

En estos Institutos pueden ingresar laicas y laicos soltero * que vivan de fe y se sientan llamados a consagrarse a Dios para colaborar con Cristo en la humanización y salvación de los hombres; * que gocen de buena salud física y mental; * que tengan un trabajo remunerado o recursos suficientes para una vida digna; * que dispongan de tiempo para la oración y para la acción apostólica; * que tengan entre 18 y 35 años de edad; * que no estén marcados por algún impedimento canónico o jurídico.