De una familia amiga
La experiencia del Hijo en su momento culmen de entrega por la humanidad, siempre me pareció clara y evidente: enfrentar lo que había de padecer, vivir el momento físico y psicológico del abandono, de la desolación, del martirio cruel.
La experiencia del Padre no me quedaba tan clara. Confieso que la naturaleza del Padre me fue mas cercana desde que fui papa. No obstante en ese momento culmen de la redención, el Cristo parecía ocuparlo todo.
Hoy, gracias una experiencia muy particular, se que no fue así. Brunito, nuestro segundo hijo, a sus 14 años ha tenido que tomar una decisión que si para cualquier adulto hubiera sido difícil, para el lo fue mas. Además es una decisión que lo acompañará al menos por dos años con procedimientos médicos quirúrgicos engorrosos y dolorosos, a los que deberá sobreponerse para llevar una vida como todo otro adolescente de esa edad.
El es Acondroplásico, y este era el tiempo de cierre de ventana de oportunidades para someterse al tratamiento de elongación de ósea y corrección ortopédica; en los próximos años se someterá a 8 procedimientos en muslos, piernas, brazos y antebrazos; permanecerá con tutores externos fijados a sus extremidades por más de un año en algunos casos; y deberá usar silla de ruedas, andadores o muletas, y depender de terceros durante todo el largo proceso.
Mas allá del temor a los riesgos que entraña todo procedimiento de este tipo, multiplicado por el número de eventos y su duración en el tiempo, de la angustia por como pueda afectar su ser una experiencia de esta naturaleza, del dolor de verlo postrado y sufriendo, están otras emociones:
• Un inmenso cariño al lado de las anteriores; un cariño con el quisiéramos envolver a Bruno para que le doliera menos y todo pasara más rápido; pero no se puede y el lo sabe.
• El respeto de verlo asumir una decisión que solo el podía tomar; podíamos y de hecho lo acompañamos y acompañaremos con amigos y familiares en todo lo que venga; pero desde un inicio el dejo claro que era el quien asumiría la decisión y sus consecuencias.
• La admiración por verlo conducirse (y luego transitar) con naturalidad, firmeza y serenidad hacia la opción que ha tomado, con plena conciencia de lo que la misma implica.
Ahora entiendo mejor, lo que le Padre sintió.
A todos los que nos conocen, Sandra, Franco y yo les pedimos que oren por Bruno y por nosotros. Y al Padre que nos lo regaló, y a su Cristo amigo que lo conoce mejor que nadie, que lo acompañen más allá de donde nosotros podamos hacerlo. Amen.
Fernando Carbone Campoverde
La experiencia del Hijo en su momento culmen de entrega por la humanidad, siempre me pareció clara y evidente: enfrentar lo que había de padecer, vivir el momento físico y psicológico del abandono, de la desolación, del martirio cruel.
La experiencia del Padre no me quedaba tan clara. Confieso que la naturaleza del Padre me fue mas cercana desde que fui papa. No obstante en ese momento culmen de la redención, el Cristo parecía ocuparlo todo.
Hoy, gracias una experiencia muy particular, se que no fue así. Brunito, nuestro segundo hijo, a sus 14 años ha tenido que tomar una decisión que si para cualquier adulto hubiera sido difícil, para el lo fue mas. Además es una decisión que lo acompañará al menos por dos años con procedimientos médicos quirúrgicos engorrosos y dolorosos, a los que deberá sobreponerse para llevar una vida como todo otro adolescente de esa edad.
El es Acondroplásico, y este era el tiempo de cierre de ventana de oportunidades para someterse al tratamiento de elongación de ósea y corrección ortopédica; en los próximos años se someterá a 8 procedimientos en muslos, piernas, brazos y antebrazos; permanecerá con tutores externos fijados a sus extremidades por más de un año en algunos casos; y deberá usar silla de ruedas, andadores o muletas, y depender de terceros durante todo el largo proceso.
Mas allá del temor a los riesgos que entraña todo procedimiento de este tipo, multiplicado por el número de eventos y su duración en el tiempo, de la angustia por como pueda afectar su ser una experiencia de esta naturaleza, del dolor de verlo postrado y sufriendo, están otras emociones:
• Un inmenso cariño al lado de las anteriores; un cariño con el quisiéramos envolver a Bruno para que le doliera menos y todo pasara más rápido; pero no se puede y el lo sabe.
• El respeto de verlo asumir una decisión que solo el podía tomar; podíamos y de hecho lo acompañamos y acompañaremos con amigos y familiares en todo lo que venga; pero desde un inicio el dejo claro que era el quien asumiría la decisión y sus consecuencias.
• La admiración por verlo conducirse (y luego transitar) con naturalidad, firmeza y serenidad hacia la opción que ha tomado, con plena conciencia de lo que la misma implica.
Ahora entiendo mejor, lo que le Padre sintió.
A todos los que nos conocen, Sandra, Franco y yo les pedimos que oren por Bruno y por nosotros. Y al Padre que nos lo regaló, y a su Cristo amigo que lo conoce mejor que nadie, que lo acompañen más allá de donde nosotros podamos hacerlo. Amen.
Fernando Carbone Campoverde
Durante mis 12 años en el Perú, el doctor Fernando Carbone fue mi médico personal, además de un gran amigo, que sigue siéndolo. Fue Ministro de Salud, y Presidente de Medicus Mundi en el Perú. Un cristiano de cuerpo entero, luchador incansable en la defensa de la vida de los que sufren y de la vida por nacer.
Bruno, Fernando, Sandra, Franco, estamos a su lado con nuestra oración sincera, y que esa cruz, además de curar, sea una cruz redentora, asociada a la de Cristo, una cruz de apóstol. "Los sufrimientos de este mundo son nada en comparación con el peso de gloria y felicidad que nos espera". "Estén alegres cuando comparten los sufrimientos de Cristo".
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P. Jesús Álvarez, ssp
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