Nacimiento de san Juan Bautista
.............. 24 junio
Sus padres, Zacarías e Isabel, estériles y ancianos, fueron bendecidos por Dios con un hijo, que “será grande delante de Dios”. Jesús mismo hará su elogio: “En verdad les digo que entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan”.
Nació seis meses antes que Jesús. Y fue colmado del Espíritu Santo en el seno de su madre gracias a la presencia de Jesús en vientre de María en la visita a su prima Isabel. Su nombre significa “aquel en quien habita la gracia”.
Se retiró al desierto, y en el silencio oyó la voz de Dios que lo llamaba a predicar y bautizar, y así “preparar los caminos del Señor”.
El objetivo esencial de su misión consistió en señalar y testimoniar que Jesús es el Mesías prometido: “Él es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Así sus discípulos se hicieron discípulos de Jesús, con lo cual ve gozosamente lograda la meta de su misión.
Fue vilmente degollado por instigación de una adúltera, Herodías, que convivía con Herodes siendo mujer de Filipo, hermano de Herodes. Así, con una muerte ignominiosa, accedió a la gloria eterna.
A partir de nuestro bautismo, todos tenemos el deber y el privilegio de ser “precursores” de Cristo resucitado presente, siendo sus testigos con la vida, las obras y la palabra.
Profeta de soledades,
labio hiciste de tus iras,
para fustigar mentiras
y para gritar verdades.
Desde el vientre escogido
fuiste tú el pregonero
para anunciar al mundo
la presencia del Verbo.
En el Jordán lavaste
al más puro Cordero,
que apacienta entre lirios
y duerme en los almendros.
Sacudiste el azote
ante el poder soberbio;
y ante el Sol que nacía,
se apagó tu lucero.
Por fin en un banquete
y en el placer de un hebrio,
el vino de tu sangre
santificó el desierto.
Lit. Hrs.
.............. 24 junio
Sus padres, Zacarías e Isabel, estériles y ancianos, fueron bendecidos por Dios con un hijo, que “será grande delante de Dios”. Jesús mismo hará su elogio: “En verdad les digo que entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan”.
Nació seis meses antes que Jesús. Y fue colmado del Espíritu Santo en el seno de su madre gracias a la presencia de Jesús en vientre de María en la visita a su prima Isabel. Su nombre significa “aquel en quien habita la gracia”.
Se retiró al desierto, y en el silencio oyó la voz de Dios que lo llamaba a predicar y bautizar, y así “preparar los caminos del Señor”.
El objetivo esencial de su misión consistió en señalar y testimoniar que Jesús es el Mesías prometido: “Él es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Así sus discípulos se hicieron discípulos de Jesús, con lo cual ve gozosamente lograda la meta de su misión.
Fue vilmente degollado por instigación de una adúltera, Herodías, que convivía con Herodes siendo mujer de Filipo, hermano de Herodes. Así, con una muerte ignominiosa, accedió a la gloria eterna.
A partir de nuestro bautismo, todos tenemos el deber y el privilegio de ser “precursores” de Cristo resucitado presente, siendo sus testigos con la vida, las obras y la palabra.
Profeta de soledades,
labio hiciste de tus iras,
para fustigar mentiras
y para gritar verdades.
Desde el vientre escogido
fuiste tú el pregonero
para anunciar al mundo
la presencia del Verbo.
En el Jordán lavaste
al más puro Cordero,
que apacienta entre lirios
y duerme en los almendros.
Sacudiste el azote
ante el poder soberbio;
y ante el Sol que nacía,
se apagó tu lucero.
Por fin en un banquete
y en el placer de un hebrio,
el vino de tu sangre
santificó el desierto.
Lit. Hrs.
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