Nuestra Señora la Virgen de los Dolores
15 septiembre
La Virgen María, con su “Hágase en mí según tu palabra”, acepta todas las consecuencias gozosas y dolorosas de su misión como Madre del Redentor. Santa Isabel le profetiza felicidad: “Feliz tú, por haber creído”. Y Simeón le profetiza sufrimiento: “Una espada te atravesará el alma”.
María participa durante toda su vida en la obra de nuestra redención protagonizada por su Hijo, hasta la pasión y muerte de Jesús, y por eso comparte también con Jesús el premio de la resurrección y la gloria eterna mediante la Asunción.
María, al pie de la cruz, comparte en su corazón los atroces sufrimientos redentores de su Hijo, quien la invita a engendrar, como en dolores de parto, en la persona de san Juan, a todos los hombres, a cada uno de nosotros: “Mujer, ahí tienes a tu hijo; hijo, ahí tienes a tu madre”. El cambio no la favorece, pero ella acepta el testamento de su Hijo.
Jesús nos da como madre a su propia madre. ¡Tenemos por madre a la misma madre del Hijo de Dios! Jesús y María, que podamos agradecer tan excelso don por toda la eternidad.
Madre Dolorosa, protege nuestros pasos hacia la patria celestial. Ayúdanos a llevar nuestra cruz como tú las llevaste: unida a la cruz de tu Hijo.
p.j.