MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA!!!



Santa María, Madre de Dios

1 enero 2011

Los Pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en un pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, fueron a circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el Ángel antes de su concepción.  (Lc 2, 16-21).
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San Cirilo de Alejandría aclara qué significa el título Madre de Dios: “El Verbo viviente, eterno… se hizo carne en el tiempo, y por eso se dice con total verdad que ha nacido de mujer. Jesús, Hijo eterno de Dios, ha nacido de María en el tiempo”. Esta verdad no se alcanza por la razón. sino sólo por la fe.

De esta prerrogativa inigualable derivan todos los demás títulos que damos a María. Sin embargo, Jesús, ante la exclamación de una mujer: “¡Bendito el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!”, afirmó: “Más bien dichosos quienes escuchan la Palabra de Dios y la practican”.

María es feliz por ser Madre de Jesús, pero más feliz es por escuchar y vivir la Palabra de Dios. Así nosotros: no merecemos la felicidad de la salvación sólo por ser hijos de Dios e hijos de María, sino que, a la vez, es necesario escuchar y vivir la Palabra de Dios. Lo uno no excluye lo otro, sino que lo exige.

Dios ha dado a la mujer un lugar irremplazable en la historia de la salvación, en complementariedad con el hombre. El modelo supremo de esta misión salvífica femenina es María, que se une totalmente al único Salvador, y lo acoge en su seno virginal para darlo a la humanidad.

“María, hija de Adán, consintiendo a la palabra divina, se convirtió en madre de Jesús y, abrazando la voluntad salvífica de Dios con toda su alma y sin peso alguno de pecado, se consagró totalmente, como Servidora del Señor, a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo al misterio de la redención bajo él y con él, mediante la gracia del omnipotente”. (LG 56).

En María es superada la multisecular discriminación de la mujer; discriminación que es contraria al plan creador y salvador de Dios, quien concede a la mujer la misión de compartir con el varón el origen temporal y el destino eterno de la humanidad. ¡Grandiosa dignidad de la mujer!

Hacen falta nuevas Marías que, con su ternura, decisión, fe y valentía continúen, en unión con la Madre de Jesús, la historia de la salvación, acogiendo y haciendo presente a Cristo, único Salvador, para que libere a hombres y mujeres de las grandes esclavitudes que amenazan destruirlos como personas y privarlos de su condición hijos e hijas de Dios.

Dichosas las mujeres -y los hombres- que creen y aman como María, pues también concebirán y darán a luz al Hijo de Dios, y compartirán su Sacerdocio supremo mediante el sacerdocio bautismal, contribuyendo a la salvación de la humanidad, empezando por el santuario doméstico, la familia.


MUY FELIZ 2011
sembrado de las bendiciones de Dios,
y que tú las multipliques para muchos,
en especial la bendición máxima:
engendrarlos en Cristo para la feliz Familia Eterna,
a imitación de María, que acogió al Salvador y nos lo dio.

P. Jesús Álvarez, ssp