La felicidad de vivir en unión con Cristo, que es la única Fuente de toda felicidad temporal y eterna.
La felicidad de colaborar con Cristo en que los otros alcancen la máxima felicidad: la del paraíso eterno.
Cristo y el prójimo son los dos únicos amores
que me pueden hacer feliz de verdad en el tiempo
y en la eternidad.
Todas las demás "felicidades" son engañosas y terminan esfumándose para siempre, porque no son felicidad, sino gustos pasajeros, heridos de muerte.
No puedo engañarme tomando por felicidad
lo que es sólo gusto físico, gratificación pasajera.
p. j.