FELIZ TAMBIÉN EN LA HOGUERA

San Policarpo, obispo y mártir
23 febrero

Era discípulo del apóstol y evangelista san Juan, el cual, en su gran intimidad con Jesús, experimentó que “Dios es Amor”: ésta era la esencia de su vida, de su predicación, y la transmitió con su palabra y ejemplo al fiel discípulo Policarpo, que a su vez amó y enseñó el Amor único y verdadero, predicando que “todo lo demás debe ser puesto al servicio de este Amor”.

Todos admiraban la gran bondad y ternura de Policarpo, su amor a pobres y enfermos. Hasta los niños se quedaban pasmados ante sus ardientes palabras, y entre esos niños destaca uno, que luego fue san Ireneo, obispo de Lyón y Padre de la Iglesia. Policarpo fue consagrado –tal vez por san Juan evangelista- obispo de Esmirna (Asia Menor).

En la persecución alentó a los mártires. Apresado también él, lo invitaron a renegar de Cristo, y respondió: “¿Cómo puedo maldecir a mi Rey, que me ha dado la vida y me libró de todos mis enemigos?” Cuando iban a clavarlo en el poste de la hoguera, pidió: “Déjenme. El que me ha dado la gracia de morir en el fuego, hará también que permanezca inmóvil en la hoguera sin necesidad de clavos”.

Ya a punto de encender la hoguera, oró así: “Padre Dios todopoderoso: te bendigo porque en este día y en esta hora te has dignado agregarme al número de los mártires y me has concedido tener parte en el cáliz de tu Ungido, para alcanzar la resurrección y la vida eterna del alma y del cuerpo”.

Falleció quemado en la hoguera el 22 de febrero del año 155.

p.j.