San José, Patrono de la Iglesia universal
El Evangelio afirma que perteneció a la tribu real de Judá y a la casa y familia de David. Al hacerse padre putativo y legal de Jesús, incluye al Hijo de Dios en la descendencia de David. Pero él pasa a segundo plano, porque lo que se realiza en María es obra del Espíritu Santo.
Ni siquiera tiene el privilegio de ponerle nombre a su Hijo adoptivo. Y tampoco puede hacer planes sobre propia vida matrimonial, sino sólo ponerse al servicio del plan de Dios.
El Evangelio no menciona ni una sola palabra pronunciada por José. Sintetiza su admirable personalidad y santidad en cuatro palabras: “Era un hombre justo”.
Un hombre decidido y de carácter indomable, con una fuerza interior nada común, como lo demostró en las más difíciles circunstancias: cuando María corría el riesgo de ser apedreada como adúltera, y cuando peligraba la vida de Jesús, la de María y la suya propia frente a la persecución política, por lo que debió desterrarse a Egipto.
Ya antes de las bodas de Caná, el Padre de su Hijo adoptivo lo llamó a su Casa eterna para darle el justo premio de su fidelidad, amor y servicio.
San José murió en los brazos de Jesús y de María; por eso es el patrono de la buena muerte. Pidámosle que nos asista sobre todo en la agonía y en la muerte.
San José tiene ocho patronatos; entre ellos: Patrono de la Iglesia universal, patrono de los padres de familia, de los carpinteros, de los agonizantes...
p.j.