LOS DOLORES DE NUESTRA MADRE MARÍA
María
participa durante toda su vida en la obra de nuestra redención protagonizada
por su Hijo, desde la concepción hasta la pasión y muerte de Jesús. Pero al fin
comparte también con Jesús el premio eterno de la resurrección y la gloria mediante
la Asunción.
La
maternidad de María supera a la maternidad natural, como la vida divina que
Ella nos dio, supera a la vida humana recibida de nuestra madre física. Esa vida
divina se injerta en vida natural y la hace eterna. Sólo así vale la pena haber nacido.
Tenemos como madre ala
misma Madre del Hijo de Dios! Si la perdiéramos a Ella,
perderíamos también, para siempre, a nuestra madre natural y la vida que ésta nos transmitió.
Tenemos como madre a
Jesús, en la hora final, concédeme,
por tu Madre, la palma de la victoria. Cuando llegue mi muerte, yo te pido, oh
Cristo, por tu Madre y mía, alcanzar la victoria eterna. Lo mismo te pido para
quienes amo.
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